Cuerpo y mutilación

Si el cuerpo es de por sí una dimensión multifacética, hablar de la mutilación y su relación con el cuerpo, antes que aclarar o sintetizar las cosas –antes que reducir–, acrecienta el problema. Ahora tenemos dos aristas de un fenómeno bicéfalo con particularidades propias. La intención, en este momento, es delimitar y exponer la mutilación como corte inscrito en el cuerpo (entendido como construcción).

La historia podría ser un cúmulo de ejemplos que apuntalaran las tesis de nuestra investigación, un marco semántico y referencial que legitimase nuestras aseveraciones sobre un mundo simbólico, más que extenso o real. Se podría hacer el recorrido de lo que el cuerpo ha sido —entendido como concepto histórico— para establecer una definición de qué se puede entender por mutilación y, finalmente, realizar una conexión con la idea de cuerpo (incluso con la historia de éste); o hacer una reconstrucción histórica de la mutilación con relación a alguna otra temática en particular (podrían ser personajes ilustres que hayan sido mutilados); o se podría abordar el arte como tricotomía entre cuerpo, arte y mutilación, en una inversión perversa de lo que la semántica tradicional nos muestra, pues el campo del arte ha sido por antonomasia el campo del cuerpo como diagrama, como idea regulatoria, aunque si ponemos atención, los ejemplos del cuerpo mutilado o abusado casi son tan vastos como el cuerpo idealizado.

Desde las concepciones horrorosas hasta las manifestaciones de la belleza, el cuerpo se mantiene como una idea regulatoria en la cual se impone a sí mismo en una ruptura del orden. Más que un corte real, la mutilación es la manera de inscribir en lo real del cuerpo lo que no se ha podido pasar a lo simbólico, al nivel de las palabras. Ése es el límite. En la distinción que efectúa el corte, podemos introducir la teoría con una especie de cuña que nos permita diseccionar de manera más evidente las distintas formaciones socioculturales de lo que hemos entendido por cuerpo.

¿Qué posibilidades tendríamos de hacer un mapa de la historia del cuerpo e inscribir en este mapa el corte —la mutilación— como función del intelecto sobre la realidad extensa? De manera perversa, se ha tenido por verdad y se confiere realidad y símbolo a lo inextenso, aunque sean lo mismo realidad y extensión por definición, ya que comparten la misma raíz. Así, el comienzo sería como lo señala el corpus literario que marca la historia. ¿Quién ha diseñado esta historia? ¿Quién ha propuesto la historia del cuerpo y desde que ángulo teórico? ¿Podría haber sido otro?

//La historia define al cuerpo, porque el cuerpo no es algo dado. Lo dado es la carne, lo arrojado al mundo. El cuerpo es un diagrama formado en la historicidad. Cuerpo de la historia: cuerpo textual que ha sido configurado de manera atroz por el interés humano, en el cual la teoría quiere penetrar, abriendo con bisturí su carne de palabras, para implantar al cuerpo.

Qué sería de nosotros, como producto y resultado de nuestra historia, si las madres de ésta no hubiesen sido el poder y la legitimación, sino la estética, y si hubiesen sido sus atributos los que diseñaran el armado del cuerpo de aquella. Cuando menos, el corpus de la historia sería más bello o tendríamos razones para mostrar su deformidad. Interesante recorrido que va desde un pasado imaginario y referencial, donde el criterio de verdad es el documento, y la coherencia se extiende de manera violenta hasta un pensamiento sobresaturado de información, donde el exceso de eventos constituye el mismo camuflaje de la interpretación y finalmente se desplaza en un tiempo gramatical hacia el futuro, convirtiéndose en proyecto, en irrealidad, en somática devastada por no poder ser semántica estructural, donde el presente espera una oportunidad. Cuerpo y mutilación son cuerpo y pasado en busca de proyección hacia el futuro, son cuerpo y vestigio en un intento de perpetuar la imaginación.

Arte, cuerpo y corte

Importante abordar las ramificaciones de la historia y, sobre todo, de la historia del arte, para ilustrar la mutilación.

¿Por qué existe una inquietante necesidad de plasmar el cuerpo en el arte como si de una obligación se tratase? ¿Por qué el cuerpo es el principal motivo de éste? El corte es un importante protagonista, quizá sólo desplazado por la belleza. Pero hasta aquí, no hemos advertido que el verdadero corte se da en el cuerpo psíquico del otro y no en su carne (el cuerpo representado es el cuerpo simbólico); se efectúa en lo religioso o político del otro, en su ideología.

Cuando Judith muestra la cabeza de Holofernes, en la obra de Caravaggio, no se trata solamente del corte de la cabeza de un general, sino de un corte en la tradición política de un pueblo que a través de una victoria tan simple, muestra la bravía de sus mujeres, la soberanía patente que les pertenece. Es una manera de refrendar una tradición que se afirma en contra de la brutalidad y la opresión. El arte, de ese modo, juega su papel más mórbido. Ha hipotecado su finalidad con la militancia. Pero el cuerpo sin cabeza queda representado como una manera de afirmar un corpus. Es la etnia que se afirma en contra de otra visión del mundo que les resulta adverso y que encuentra un respaldo en dios o en la religión. Se trata de un discurso circular que va creciendo y autodevorándose para, al mismo tiempo, construirse.

El corte en el arte es el corte simbólico, ya sea de un grupo o individuo. Es la manera de plasmar lo que aún no se puede llevar totalmente a la palabra y no se quiere poner en lo real. Aun ahí, hay deseo. Aun ahí se plasma la manera de entender el dolor, la discriminación. Una sociedad, entre más permisiva se vuelve, se desestructura más su idea del cuerpo. Por el contrario, entre más represiva es, el cuerpo mantiene mayormente su proporción y requerirá del corte como una manera de autoafirmación en contra del régimen.

// La idea de belleza como proporción tiene mucho que ver con la represión.

Quien tiene el poder impone los límites y prácticas, sobre todo en lo sexual (pues el poder está en el poder sobre el cuerpo del otro), incluso impondrá de manera –quizás– inconsciente su estado; su imagen como canon de belleza. Pero el artista mantiene una distancia que le es necesaria, pues no pertenece (o casi nunca lo ha hecho) al gremio de los poderosos. Por ello plasma el cuerpo de manera sutil, como una manifestación en contra del gobierno, como una manera de ofrecer lo que se le pide y, además, muestra su inconformidad al mutilar la idea hegemónica. Cuerpo simbólico que plasma el corte como distinción, como proyección de la diferencia.

Cuerpo y canon de belleza

Aunque nuestra idea del arte ha sido diseñada como una mueca, como un guiño de separación de las clases sociales (esto es, como una forma de diferenciar el gusto entre los pudientes y el vulgo), no hay que olvidar que fue íntimamente elaborada de la mano del concepto belleza. Por ello el arte, además de ser una invención reciente, también es un diálogo directo con nuestro imaginario y la forma de potencializarlo.

La Venus de Milo es un claro ejemplo. A pesar de que sería necesario definir la heurística que permite entender el arte como una invención de hace apenas unos cuantos siglos, debemos entender que la Venus de Milo es mucho más antigua (incluso anterior a la invención del arte). Pero no era una pieza artística: el museógrafo la ha elevado a la categoría de arte que ahora le conferimos, pues en su origen, el uso para el que fue creada era otro. Sin embargo, esta escultura es uno de los modelos más interesantes que han sido puestas como guía de las personas y su concepto de belleza. Ha sido, con mucho y por mucho, uno de los modelos que diseñan el imaginario social occidental en torno a la belleza.

Desde los egipcios, la belleza es una cuestión matemática, de proporción. Sus estatuas obedecen incluso a esta proporción, que en principio no era sino un canon de seguridad para mantener la idea de relación entre los miembros del cuerpo humano, una forma de proyectar a gran escala el cuerpo y que, poco a poco, se transformó en el ideal de belleza. Sin embargo, cuando este modelo pasó a los griegos, ellos lo transformaron basándose en la idea de la simetría de los miembros, sin tomar en cuenta lo asimétrico de la postura. Para ellos, la belleza no solamente estaba en la proporción entre el tamaño de la cabeza y el de las piernas, sino en la proporción entre ésta y el resto del cuerpo. A tal concepción se le unió el requerimiento de que el cuerpo poseyera flexibilidad y fuerza, características propias de la juventud. El ideal de la belleza se fue transformando y ya con Praxíteles, tenemos el canon griego establecido, al que sólo le faltó la aparente sensualidad para ser lo que hoy reconocemos como tal.

Bernini dio clara muestra de un tipo de belleza distinto, más elaborado y sensual. No pasó mucho hasta que la cuestión de la sensualidad también fue incorporada al concepto de belleza. Hoy en día, las modelos o las aspirantes a ganar concursos de belleza pretenden que el premio legitime su estatus y su forma de entender el mundo, y su idea de belleza. Tienen que fingir poses, movimientos y gestos que inciten sensualmente.

Curiosa evolución a saltos agigantados y que va desde los egipcios hasta la exageración ridícula del duckface contemporáneo. El cara de pato se transforma en la idea distorsionada y mal adaptada de quien intenta ajustarse a un canon que no comprende, a un canon nunca dicho. El interdicto de la belleza se expande como un fantasma que pesa sobre el horizonte de realización de las personas de hoy en día. Pero el individuo promedio se pasa de la medida por no entender bien la exigencia. La dolencia social hoy en día bien podría ser ésta. Distorsión de la belleza por parte de los medios masivos de comunicación que proyectan un tipo de cuerpo idealizado, con unas proporciones casi inalcanzables para noventa y ocho por ciento de los humanos.

La pregunta surge en torno a esta necesidad de adaptarse al canon inexpresivo y que, mal interpretado, sólo desemboca en el ridículo. ¿Qué está haciendo la sociedad tratando de adaptarse de manera frenética un canon no explícito de belleza, el cual no entiende?

La mutilación en el cuerpo

Hemos hablado del cuerpo. Pero también sería necesario establecer qué se entiende por mutilación, pues ésta va más allá del simple corte o de cercenar un miembro, pues hay mutilación religiosa, política y, sobre todo, simbólica.

Como el cuerpo es símbolo, es diagrama de la carne. Se efectúa un corte en lo psíquico, en la representación del cuerpo. Gran parte del mito judeocristiano de la creación de la mujer tiene que ver con este corte inscrito en lo psíquico, en lo simbólico. Cuerpo de mujer como cuerpo mutilado por el símbolo, como cuerpo en falta. Seducción que trata de ocultar la falta para mostrar el cuerpo, para sugerir su incompletitud o su principio de seducción. Está en el terreno del suplemento como una manera de ocultar y, al mismo tiempo, de acrecentar la falta (sugerirla por el hecho de no mostrarla). Quizás la obturación tiene que ver con este inscribir el corte en el cuerpo, con el suplemento que trata de ocultarlo.

Cuerpo y mutilación se han desarrollado históricamente desde tiempos inmemoriales, desde que el hombre es hombre, desde que se define en el referente simbólico donde están ya inscritos el cuerpo y su ruptura; ya sea para modelarlo, pintarlo, decorarlo, agredirlo, castigarlo o reprimirlo. Los eunucos son un claro ejemplo del corte que se realiza en la carne para diseñar el cuerpo, para que se acreciente en fortaleza y pierda sus posibilidades de gestación, convirtiéndolo en celoso guardián de una sexualidad que le ha sido arrebatada. Los castrati poseen otro símbolo, otra lógica perversa o adversa de entender qué es lo que son. Su mutilación tiene que ver menos con lo sexual que la del eunuco. Su mutilación, en pro del arte, trata de mantener una conglomeración de circunstancias ajenas al tiempo; trata de arrancar a la voz del tiempo y sus efectos; trata de mantener la voz como algo que no envejece, que puede permanecer por siempre en una condición atemporal.

Más allá de que la definición de cuerpo (ya sea que se lo designe como extenso o como un conjunto de órganos), éste tiene una dimensión simbólica que se vuelve mucho más rica al analizarla de cara al corte, a la ruptura, a la perforación. El término mutilación posee una semántica rica en significados, pues esta palabra, a diferencia de corte, conlleva violencia intrínseca en el acto (consciente o inconsciente). “Una bomba le mutiló una pierna” o “A los ladrones les mutilan la mano izquierda”, son simples ejemplos de la manera en que utilizamos la palabra mutilación.

Notas