Después de varios intentos por articular alguna idea para ejecutar la reseña para este número, ya casi dándome por vencido, apareció en mi camino un individuo emblemático de teatro en el estado de Aguascalientes, un hombre de aspecto y presencia fuerte y estoica, con un carácter apasionado, me refiero a José Concepción Macías.

Para quien no conoce al “maestro Chon”, como mejor se le conoce, habré de decir que es director y actor de teatro y cine, docente de la Universidad de las Artes, conductor de la “Compañía Municipal de Teatro”, pero lo más importante, es un provocador de la escena, a pesar de lo que pueda decirse de él, es un investigador de la acción, generoso con los demás, requisito indispensable de un artista, y ahí reside la potencia que logra desatar en escena.

En los últimos meses he tenido la fortuna de compartir el pensamiento, las ideas, la escena, con él.  En ese transitar ha sido inevitable preguntarme, ¿cómo llegó a convertirse en ese hombre de tanto arrojo?  Mi respuesta hasta el momento ha sido: su infalible curiosidad e interminable búsqueda. Basta con sentarse a dialogar con él para darse cuenta que se cuestiona todo el tiempo y en su descubrimiento está su generosidad. En lo personal creo que es muy difícil encontrar dialogantes con insaciable necesidad de búsqueda.

Hace un par de años, cuando yo era estudiante del extinto Técnico Superior Universitario en Actuación, me tocó presenciar un montaje muy afortunado llamado “La confesión” que dirigía el maestro “Chon”. En éste, el discurso de la pieza era la doble moral. Me impresionó no sólo el tema sino toda la propuesta, ya que cuando uno llegaba a sentarse a observar la pieza, tenía que observarla  por una franja que está colocada sobre una caja en donde los actores estaban dentro, ubicaba al espectador en el plano del voyerismo. Asimismo, cómo podemos olvidar la tan mencionada “Viaje de los cantores”, obra ganadora indiscutible de la Muestra Estatal de Teatro 2019.

Como actor, el maestro Chon ha trabajado en películas y series, las más reconocidas son “El tigre de santa julia”, “La dictadura perfecta” y actualmente en una serie llamada “Hernán, el hombre”.

En los últimos 6 meses hemos estado trabajando sobre un montaje a partir de “Titus Andronicus” de William Shakespeare, en el cual tengo la fortuna de codirigir junto al maestro. En este viaje he aprendido bastante de él y de su gran experiencia, y cómo no hacerlo con un hombre que peca de perfeccionismo y es obsesivo de la precisión. No ha sido fácil, ya que su visión y la mía se enfrentan como dos vehículos contrarios mas no imposibles de empatar. Lo importante es la escucha, el reconocimiento y el diálogo.

Dicho lo anterior, mañosamente, le lancé una pregunta, exponiéndole, que escribiría sobre “El viaje de los cantores”: ¿Por qué dirigir?

La pregunta de por qué dirigir es muy amplia, da para muchas respuesta y casi requiere un tratamiento profundo desde muchas aristas y lugares. Sin embargo, te contesto desde lo más pedestre que me surge: dirijo porque creo que nací con ese talento, porque me gusta acompañar al actor desde la nada que es estar en el espacio ficcional y juntos, poniendo el andamiaje y las estructuras escénicas que llegan al público en obra negra para que éste complete la construcción de la ficción. Dirijo porque creo que alguien desde afuera ve las cosas más objetivas hasta donde le es posible y ayudar a que el actor-personaje confíe en que mi trabajo lo llevará a buen puerto sin que por ello renuncie a su trabajo creativo. Dirijo porque es desde la dirección y con ayuda de los actores que levanto la mano y denuncio y expreso mis inconformidades y lanzo mis gritos de dolor frente a una sociedad cada vez más sorda. Hay muchas más razones, pero estas son sólo unas que me mantiene necio en este a veces incomprendido oficio de dirigir, orientar, guiar, acompañar, seducir, motivar, impulsar y mantenerse de ser posible, en la cabina o entre piernas al final de la función (J.C. Macías, Comunicación personal, 29 de junio, 2019).

Estas líneas, más que aventar flores al ego de un ser, pretenden hacer visible y homenajear a un hombre. A pesar de los errores y aciertos que pueda tener, es visualizar el trabajo de un investigador de la escena, de un apasionado del teatro, que a pesar de su falta de título, se le puede considerar un maestro.