Estimados jóvenes graduados:

Muy a nuestro pesar, las generaciones que estamos por cederles la estafeta en la construcción y conducción de nuestras sociedades –de nuestro mundo– les heredaremos uno de los retos más grandes a los que se ha enfrentado la humanidad. De acuerdo con datos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, nos quedan poco más de 12 años para prevenir una catástrofe ecológica de alcances globales.

Sumado a lo anterior, nos encontramos en una etapa de la historia en que las diferencias políticas, territoriales, económicas y religiosas parecen seguir encontrando en las confrontaciones verbales, comerciales, e incluso en las armas, las opciones más socorridas para desahogarse.

//Han vuelto –o se han agravado– ciertos radicalismos discursivos, la polarización ideológica y la incomprensión entre nosotros…

Así, reitero, estamos por heredarles un planeta en el que los errores y omisiones acumuladas de varias generaciones, hoy se presentan como el más grande desafío de la sociedad contemporánea: el reto de una hidra cuyas cabezas también se multiplican y ya no pueden cortarse con el talento individual de un solo Heracles posmoderno. Superar esta prueba requiere hoy de un enorme esfuerzo conjunto, inteligente, comprometido y organizado.

Pero en este reto, estimados jóvenes, no irán solos ni desarmados… Porque la historia de la humanidad también ha sido una historia de aciertos importantes que incluye la generación de conocimientos, la promulgación de leyes en pro de la equidad y la justicia, y el desarrollo de instituciones que se han erigido como fortalezas y repositorios de valores. Ustedes tienen a su disposición los elementos sociales, tecnológicos, científicos, legislativos y culturales para corregir el rumbo ahí donde haga falta, y para apuntalar los aciertos de quienes les han precedido.

Uno de estos baluartes es, sin ninguna duda, la educación universitaria. El humanismo, la democracia, los avances científicos y tecnológicos, y la promoción de causas ecológicas y sociales justas, no podrían comprenderse sin el sistema de educación académica que nuestras sociedades han construido y afinado a lo largo de varios siglos.

Por ello, el título que ahora reciben refrenda que en los últimos dos a cinco años, ustedes adquirieron un cúmulo de conocimientos técnicos, así como un racimo de herramientas intelectuales y valores humanos, que les permiten comprender a cabalidad las necesidades de su entorno para buscarles solución… Refrenda también su inteligencia para dialogar de manera crítica, pero propositiva, buscando la concordia y no el denuesto… Refrenda, finalmente, su capacidad colaborativa para organizarse y trabajar de manera conjunta en pro de cualquier objetivo que se propongan.

El título que reciben los coloca en lo más alto de la pirámide académica o educativa de nuestro país: forman parte del 17% de mexicanos con licenciatura, o del 1% con estudios de posgrado… Esto no sólo los convierte –de una u otra forma– en líderes y modelos a seguir, sino que –sobre todo– los compromete a dar mucho más de sí mismos que el resto de la población. Este compromiso, esta responsabilidad adquirida, es irrenunciable, no sólo porque a quien más se le da también se le deben pedir mayores resultados; sino porque realizaron sus estudios superiores en un sistema de educación público, mayoritariamente financiado por la sociedad.

Al recibir su grado, aceptan esta responsabilidad y este desafío. Como licenciados o ingenieros, como especialistas, maestros o doctores, su quehacer profesional no sólo debe de buscar el bienestar propio, sino también de quienes los rodean y, en última instancia, del planeta entero.

Nuestras acciones deben de ir encaminadas a disminuir la distancia entre los polos ideológicos y las brechas de desigualdad; deben apostar por el respeto a la pluralidad, por la consecución de leyes y dinámicas justas para todos, y por contribuir a que cada uno de los integrantes de nuestra sociedad tenga oportunidades para vivir dignamente.

//También –y tal vez como nunca antes– cada una de nuestras decisiones individuales y colectivas, debe estar situada en un marco de genuino y urgente respeto a la naturaleza.

Jóvenes egresados: una etapa importante de su formación ha concluido, pero su camino apenas inicia. El llamado a sumarse a los esfuerzos por construir mejores sociedades no debe ser ignorado porque de la respuesta, del aporte comprometido de cada uno de nosotros, depende el destino de toda nuestra comunidad… Cuando salgan de este recinto, recuerden la reflexión que hemos hecho, con la siguiente frase que tomo prestada de John F. Kennedy:

No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país…

 No pregunten, jóvenes egresados, qué les dará el mundo a partir de ahora, porque no se han graduado para ello. Pregunten cómo pueden ayudar a construir un mejor planeta usando los conocimientos, las habilidades y los valores adquiridos.

A nuestros 1485 graduados les extiendo mis más sinceras felicitaciones. Ha sido un honor haberlos recibido en nuestra casa de estudios y haberlos acompañado en esta etapa fundamental de sus vidas. Enhorabuena, muchas felicidades y muchas gracias.