Sin lugar a dudas, el efecto más claro y profundo de la posguerra fría fue el de la globalización y la consecuente –así como creciente– interconexión en diversos ámbitos cada vez más cotidianos. Desde que nos alcanzó El fin de la historia (Francis Fukuyama), con su Choque de civilizaciones (Samuel Huntington) y su Sociedad del riesgo (Ulrich Beck) –por mencionar sólo algunas de las características de los últimos treinta años– nuestra vida se ha transformado, pero tal vez los cambios más sensibles los hemos vivido en, por y a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC´s), transitando del Homo sapiens, al Homo videns y, ahora, al Homo interretes.
En plena globalización de la información a través, principalmente, de la televisión –la internet apenas daba sus primeros pasos– Giovanni Sartori planteaba la transformación del Homo sapiens –producto de la cultura escrita– en Homo videns –producto de la cultura visual– en donde la televisión guarda un papel fundamental. Sartori explica en su libro Homo videns cómo el rompimiento entre ambos se da con la invención del televisor y la creación de la industria de la televisión, pues es en ese momento en que la imagen suplanta y trasciende al símbolo, a la palabra; las personas ya no se informaban leyendo, sino viendo. Llevando esta nueva característica del saber, del conocer, al mundo de los noventa del siglo veinte y la globalización de la información dominada sólo por unas cuantas empresas, tenemos que éstas son las que determinan lo que sabemos y cómo lo hacemos. En consecuencia, ellas y su agenda definen nuestra percepción del mundo, nuestra realidad y cómo respondemos a ella.
La comunicación era aún vertical, fluía en un sólo sentido, de las cadenas televisivas de alcance global –CNN, FOX, etcétera– a los televidentes. Ellas, obedeciendo intereses, manipulaban los hechos generando una percepción de éstos, una opinión pública conveniente. La vida agitada del mundo contemporáneo y la practicidad hacían que la televisión fuera el medio primario –cuando no único– de información; ahí la preocupación de Sartori, ahí la primacía del Homo videns sobre el Homo sapiens. Pero, “¿es o estará superada la televisión?... Las nuevas fronteras son la internet y el ciberespacio, y el nuevo lema es ser digitales”,2 pero ¿tendrá más influencia que la televisión? La internet –el computador– es, sin duda, más completa que la televisión, pero difícilmente sería superada la televisión, dado que la internet tendría un perfil mucho más lúdico que informático, afirmaba en 1997 Sartori.
A fin de explicar brevemente el desarrollo de la propia internet y, con dicho proceso, la transformación del Homo videns, podemos comentar que de la invención de la red militar estadounidense ARPANET en 1969, que tenía como puntos de conexión las Universidades de California en Los Ángeles, Stanford y Utah, se transitó a la creación de la World Wide Web (WWW) a fines de los años ochenta del siglo XX, como un servicio abierto y en un principio eminentemente académico, de distribución y acceso a la información. De esta forma, la WWW fue de gran utilidad para la investigación y rápidamente cientos, miles de institutos o universidades y millones de personas acudían a la red en busca de algún tipo de información. A esa herramienta se le denominó Web 1.0, y su función era precisamente acercar la información a los usuarios; una relación (una vez más) unidireccional y vertical. Pero hacia fines de la década de los noventa, el espacio de la Web 1.0 comenzó a transformarse debido a las nuevas necesidades e inquietudes de los usuarios. Éstos ya no sólo deseaban acceder a la información, sino subir información, opiniones –crear contenidos–, interactuar con otros usuarios –crear redes tales como MySpace o 4chan–. Así nació la Web 2.0,3 su principal característica era, y es, la comunicación horizontal.
//La creación de la Web 2.0 a través de sus expresiones en redes sociales, blogs, wikis y otro tipo de comunidades, ha detonado las posibilidades para la creación y utilización de herramientas democráticas así como nuevas formas de la política o procesos gubernamentales, trascendiendo el objetivo inicial de ellas como mecanismos de interacción y comunicación horizontal.
Ejemplo de ello es el Gobierno Abierto4 que, si bien no se basa únicamente en la creación de mecanismos de participación ciudadana a través de internet, sí ha dominado este enfoque. La campaña de Barak Obama de 2008, los acontecimientos políticos en Medio Oriente y el noreste africano (la Primavera Árabe) junto con algunos mecanismos de transparencia gubernamental, comunicación política y de gobierno en España, parecen ser avisos de nuevas formas de hacer política, principalmente porque ésta ya no es sólo vertical, doctrinal, sorda y realizada por militantes, sino horizontal, pragmática, multidireccional, libre y en redes transversales. Esta posibilidad de la Web 2.0 como detonante y/o impulsora de procesos y mecanismos democráticos, exige una importante transformación tanto de la clase política como de la sociedad; una, acostumbrada a dirigir sin cuestionamientos o rendición de cuentas; la otra, a seguir, obedecer e, incluso, al ostracismo por desencanto o antipatía.
La nueva estructura de la red (la Web 2.0) y sus características revolucionaron el mundo de la información y las relaciones, convulsionando profundamente estas últimas –no siempre para bien–, y aún nos encontramos en el proceso de transformación. De hecho, es probable que estemos en una perenne espiral de cambio en las comunicaciones y las relaciones sociales (personales, grupales, institucionales y políticas). Las distancias evidentemente se han desvanecido, parecen ser más una idea que una realidad; esto, debemos recordar, en las sociedades conectadas a la ciberrealidad. La utilidad de la información está ligada y prácticamente definida por la inmediatez, así como la amplitud de su alcance y su reproducción horizontal, definiendo con ello su efectividad, con lo que la verdad pierde relevancia frente a la percepción. Aquí el espacio para la posverdad, claro ejemplo de la sociedad pragmática de la posideología.
Aclaremos conceptos: ¿qué es la posverdad?, ¿por qué somos una sociedad pragmática y posideológica? Se entiende por posverdad la distorsión o manipulación deliberada de los acontecimientos –los hechos– con la intención de influir en su percepción y generar determinada opinión pública o determinado comportamiento. Como se podrá suponer, esto no es nuevo. La diferencia es que antes de la Web 2.0 sólo los Estados o corporaciones mediáticas podían hacerlo, pero actualmente, dadas las herramientas tecnológicas y la dinámica de la inmediatez que nosotros mismos alimentamos, cualquiera puede crear una percepción tergiversada de la realidad. Esto no quiere decir que los Estados o grupos de interés no estén vinculados a esta diseminación de mentiras –a fin de cuentas eso son– de hecho es al contrario: lo que pasa es que ahora, por un lado, lo hacen de manera paralela a las instituciones clásicas de comunicación y, por otro, utilizan ciudadanos que al simpatizar con el mensaje lo reproducen sin importar su veracidad. No son relevantes los hechos, sino lo que preferimos creer.
Somos una sociedad pragmática5 precisamente porque nos concentramos en la utilidad, no en la verdad. La posmodernidad ha sido la deconstrucción, el cuestionamiento de los metarrelatos, de los ejes del pensamiento moderno que dieron lugar al universalismo de la Verdad; esto no supone la eliminación de estos metarrelatos, sino la convivencia con ellos. Hoy en día acudimos tanto a la medicina tradicional como a la alternativa, y lo hacemos porque creemos en ambas, las dos sirven, son útiles, no es relevante que una sea cuestionada por la ciencia, esta es sólo una opinión. Nuestro comportamiento en las redes sociales tiene la misma lógica. Atendemos a publicaciones (Facebook o Twitter) con las cuales simpatizamos y en ocasiones las compartimos sin molestarnos –por lo regular– en verificar su autenticidad o su temporalidad. Convivimos con verdades y posverdades eligiendo, en muchas ocasiones, simplemente la que nos conviene.
El siglo XX fue claramente un mundo cargado de ideologías –demoliberalismo, conservadurismo, racismo, socialismo, comunismo, feminismo y otros ismos, entendidos como cosmovisión, como concepción deontológica del mundo y del ser humano– que dividían al mundo y definían comportamientos, compromisos. Sin embargo, con el fin de la Guerra Fría y el esperado adiós a los conflictos políticos de naturaleza existencial –lo demás es negociable– comenzó un mundo sin ideologías; en consecuencia, los individuos –ya no grupos sociales– defenderían sus intereses, buscarían su bienestar, sin camisas de fuerza conceptuales y deontológicas; la militancia ideológica sería un sinsentido en el mundo hedonista del siglo XXI; no habría antagonismos o radicalismos. Pero, incluso si así pudiese haber parecido –o parezca–, no es así. En realidad, aunque sí somos una sociedad pragmática, no somos una sociedad posideológica; sigue estando presente la ideología como filtro entre la realidad y nosotros: vemos porque creemos. Entonces, percibimos y actuamos.6
El usuario se ha empoderado ya que el ciberespacio se ha convertido en un lugar definido inter (y multi) subjetivamente. Es un espacio que permite y, en la mayoría de los casos, requiere de la participación del individuo que, habiendo sido frecuentemente espectador, ha tenido que transformarse en actor. En consecuencia, en lo que va de este siglo se han multiplicado las redes sociales, los blogs, podcasts y wikis, generando espacios de encuentro, entretenimiento, reflexión, discusión y/o participación entre los usuarios, así entre ellos como entre individuos e instituciones. Sin embargo, hay signos de preocupación en esta dinámica; mencionaré sólo tres que me parecen alarmantes y espero inviten a la reflexión y/o a la discusión. Por un lado, es muy cuestionable el tipo de interacción que se genera en las redes sociales, pues es cada vez menos racional y más pasional, dando pie –o sacando a la luz– radicalismos y otros ismos que se creían superados; por otro, internet está siendo el receptáculo del descontento social y político, lo que no es del todo desafortunado, pero muy pocas veces trasciende este espacio, y recordemos que, a la fecha, no ha habido revoluciones o transformaciones partiendo del “I like”; y, por último, la dependencia que hemos generado de “estar en línea”, una especie de: “posteo/twiteo, luego existo”. Aquí el Homo interretes.
Harari, Yuval Noah, 21 Lecciones para el siglo XXI, Editorial Debate, Ciudad de México, México 2018.
James, William, Pragmatismo, un nuevo nombre para antiguos modos de pensar, Editorial Biblioteca nueva, Ciudad de México, México 2018.
Sartori, Giovanni, Homo videns, La sociedad teledirigida, Editorial Taurus, Ciudad de México, México 1997.
Zizek, Slavoj, El acoso de las fantasías, Editorial Siglo XXI, Ciudad de México, México 2005.
------------------, Acontecimiento, Editorial Sexto piso, Madrid, España 2014.
David Barrero, Ignacio Criado y Carmen Ramilo, Política y Web 2.0, III
Congreso Online del Observatorio para la Cibersociedad, Eje temático:
Política y Cambio Social (en línea): Fecha de consulta : 30 de mayo de
2019 Disponible
https://www.academia.edu/897177/Pol%C3%ADtica_y_Web_2.01
Gómez Castellanos, Rodolfo M., Ortiz Marín, Manuel, Concepción Montiel, Luis Enrique, Tecnologías de la comunicación y política 2.0. Espacios Públicos (en línea) 2011, 14 (Enero-Abril) : Fecha de consulta: 30 de mayo de 2019, Disponible http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=67618934006
1 Candidato a doctor en Relaciones Internacionales. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM. Correo: mavshelley@gmail.com.
2 Giovanni Sartori, Homo videns, La sociedad teledirigida, Editorial Taurus, Ciudad de México, 1997, p. 53.
3 David Barrero, Ignacio Criado y Carmen Ramilo, Política y Web 2.0, III Congreso Online del Observatorio para la Cibersociedad, Eje temático: Política y Cambio Social https://www.academia.edu/897177/Pol%C3%ADtica_y_Web_2.01
4 Para mayor información sobre el concepto y la herramienta acudir a https://biblioguias.cepal.org/EstadoAbierto/concepto
5 De manera muy sucinta, el pragmatismo es la filosofía estadounidense formalizada a fines del siglo XIX que promueve el relativismo y el irracionalismo, sosteniendo que la Verdad, al ser incognoscible e incomunicable objetivamente, está supeditada a la utilidad y la conveniencia. Para profundizar sobre el tema se recomienda acudir a diversos escritos de William James, tales como: Pragmatismo, un nuevo nombre para viejas formas de pensar o El significado de la verdad.
6 Para mayor referencia sobre la ideología hoy, sugiero acudir a la extensa obra de Slavoj Zizek, particularmente El acoso de las fantasías o Visión de paralaje.
En cada número encontrarás en este espacio textos de reflexión sobre temáticas de vanguardia para el mejoramiento de la universidad y la comunidad aguascalentense.
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“La poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y que te sale por la mano”, Carmen Conde (1907-1996).
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Fernando Salcedo García
Miguel Ángel Francisco Valenzuela Shelley
Manuel Alejandro Sánchez González
Recordar es vivir. Espacio para el encuentro con las memorias y los recuerdos de los profesores de la UAA. “Docentes y amigos de antaño”.
Fernando Jaramillo Juárez
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Sobre la estética de los fenómenos violentos: Pájaros de verano[+]
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Ceremonia de Titulación UAA 2019. Palabras del Rector Francisco Javier Avelar González[+]
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