¿Teatro para teatreros? ¿Por qué cerrar tanto el bello arte escénico con críticas académicas y peleas de egos, cuando la naturaleza del teatro es sensibilizar, compartir, transgredir ideas, coloquialmente podríamos decir que: “abrir los ojos a un cambio”? Desde la llegada de Alejandro Vázquez Zúñiga a la dirección del Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura (IMAC) hace dos administraciones, se comenzó a trabajar en la capital del estado con el teatro como “un agente de cambio social”. El único objetivo ha sido transformar sociedades a través de actividades teatrales. En un principio se criticó el hecho de centrarse en una sola disciplina, en traer un festival al cual el funcionario tenía un gran apego amistoso, el Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano (ENTEPOLA). Sin embargo, los resultados positivos fueron visibilizados con una disminución importante de niños y jóvenes cercanos a la Línea Verde en las calles, que dejaron de inmiscuirse en problemas delictivos, además de observar a las familias unidas asistiendo a las presentaciones finales de sus hijos en la Casa de Animación Cultural Oriente, o bien, en las explanadas de sus delegaciones.

En 2014 se anunció la creación de la Compañía Municipal de Teatro que buscaba ser, más que un grupo de teatro, un espacio en donde se conjuntara a los jóvenes actores con artistas consolidados (locales y nacionales) para dar muestra de la calidad y del nivel artístico que tiene Aguascalientes. La logística del proyecto se diseñó para que, además de obras de teatro, se abrieran talleres, conferencias y reuniones de producción. Asimismo, para que no faltara el apoyo económico para utilería y producción de montajes de otras compañías.

Fue un año después, el 22 de mayo de 2015, cuando bajo la batuta del director general de la Compañía, José Concepción Macías Candelas “Chong”, presentaron la primera puesta en escena: “La Representación” de David Olguín, con el Archivo Municipal a su máxima capacidad en todas sus funciones. Ese mismo año, el actor de cine y teatro, Silverio Palacios, protagonizó junto a un elenco de jóvenes actores aguascalentenses, la pastorela “Son Papita”, la cual se llevó a 11 diferentes puntos de la ciudad poco convencionales, especialmente en la zona oriente. A la par, ofreció una Clínica de Actuación para 20 estudiantes y egresados. En una entrevista ofrecida para La Jornada Aguascalientes, el equipo de actores subrayó que la experiencia de esta pastorela permitió comprender cómo el teatro puede cambiar sociedades: “Todo el proceso de armar el montaje fue una experiencia muy enriquecedora. Luego ya el calor del público fue maravilloso porque a cada colonia que llegamos veíamos cómo se emocionaban los niños y hasta los papás”. A pesar de que muchos de los espacios visitados tienen poca cercanía con los productos culturales, fueron recibidos con la disposición de dejarse sorprender con su trabajo escénico.

Para febrero de 2016 retomaron actividades con “Camino Rojo a Sabaiba” de Óscar Liera, con la participación de más de 40 artistas locales  de compañías como Lotería Teatro, Fernando Wagner, OmDam Producciones, Luciérnaga Teatro, Lúdica Teatro, Arte Escénica El Ombligo, Escénica A.C., Grupo Teatral Extranjero y La Secta Minúscula de los Viajeros Frecuentes; todos bajo la dirección de Juan Manuel Bárcenas. Dicho proyecto causó uniones profesionales entre los participantes, generando así nuevos proyectos posteriores ya de manera independiente.

Por cuestiones administrativas y el proceso electoral hubo un descanso para el segundo semestre del año en producción teatral, sin embargo, se concentraron las energías en el Tercer ENTEPOLA, en donde se destacó un equipo de voluntarios en logística y organización de todo el evento latinoamericano. 

Para marzo de 2017 se abrió la convocatoria a estudiantes, egresados, productores y gestores culturales, a un taller gratuito del dramaturgo veracruzano Alejandro Ricaño, así como una conferencia abierta al público en general sobre los modelos de producción teatral. La mayor asistencia fue de alumnos de la Universidad de las Artes y la Universidad Autónoma de Aguascalientes, quienes junto con sus docentes insistían en que “el teatro es para teatreros” al destacar que sin contar con una carrera en teatro no se debía estar “haciendo teatro”, pues de lo contrario no se llaman actores sino fanáticos. Ricaño sólo respondió: “El teatro no tiene límites, el teatro es arte y las artes son humanas, no puede ser sólo para quienes tengan conocimientos técnicos o académicos, un buen gestor, actor, dramaturgo, productor (…) tiene que enfocarse en su público, no en su ego”.

En mayo del presente año, Silverio Palacios retomó un taller con nuevos estudiantes y actores locales sobre técnicas teatrales y el cómo el entorno social afecta (en positivo o negativo) al quehacer escénico. Ofreció también una conferencia en donde planteó algunas problemáticas sociales y políticas que enfrenta el país y que, en consecuencia, el teatro mexicano comienza a convertirse en una herramienta de grito social. Con palabras textuales dijo: “El teatro es el laboratorio en el que los actores deben investigar, prepararse para ser actores completos […] hoy en día los actores no son ajenos a personajes como políticos, narcotraficantes o víctimas de hechos impunes. Los artistas debemos hacer algo para contrarrestar los hechos negativos. Yo pienso que si el actor no reacciona como un luchador social y deja que la violencia aumente, entonces no está asumiendo esa gran responsabilidad que cae en él”.

Días después, esta Compañía nuevamente se concentró en la promoción y gestión cultural, ahora con la presencia del fundador de ENTEPOLA Argentina, Germán Romano. Su taller de Gestión Cultural y Producción Teatral sorpresivamente tuvo una asistencia de actores jóvenes con interés de fomentar la producción de calidad, eficiente y eficaz, así como figuras experimentadas en la dirección y producción como Rafael Paniagua, Martín Layune, Guadalupe Zaragoza y Juan Manuel Bárcenas. El argentino puntualizó en una entrevista para El Diario Aguascalientes que: “La subsistencia de un artista no tiene que ser un enemigo de la comercialización de su trabajo, de recibir dinero a cambio de su labor. Hay que tener en claro el profesionalizarse y tomar la decisión de que si quieres vivir del arte hay que dedicar muchas horas a aspectos administrativos/contables y si no te gusta, pues contratar a alguien que lo haga”. En suma, delegar responsabilidades y entender que el teatro es una profesión como la de un médico o un ingeniero civil, no es más ni menos que otra carrera.      

Desde abril, la Compañía arrancó con un reto técnico y escénico, “Mucho Ruido y Pocas Nueces”, un clásico de Shakespeare que el director originario de Ciudad Juárez y becario del Sistema Nacional de Creadores, Rodolfo Guerrero tomó como reto al basar su proyecto de montar tres obras para jóvenes a partir de dramaturgias clásicas como Lope de Vega, Calderón de la Barca o Shakespeare, extrayendo la anécdota principal con una adaptación al mundo contemporáneo.

Es especial este montaje, pues el elenco conjunta a estudiantes del cuarto semestre de la licenciatura en teatro como Rocío Alférez y Eduardo Loer; a egresados con trayectoria como Omar Adair, y a figuras de renombre como David Nava y Julio Montes, bajo la asistencia de dirección de José Concepción Macías Candelas y una producción de Lucía Camacho. 

El noviazgo, la fragilidad de la palabra de la mujer que en pleno siglo XXI se mantiene entre la sociedad, lo fácil que es acusar a una mujer sin pruebas fehacientes, el olvido de la familia real por centrar en la tecnología y sus aparatos electrónicos, son algunos de los puntos tratados en esta (a mi parecer) excelente puesta. El director, Rodolfo Guerrero detalló en una charla de ensayo sus razones por las que decidió elegir esta obra, cito textual:

Ver cómo una jovencita de sociedad, que sigue las reglas, termina siendo expuesta públicamente por un engaño del villano y al final Shakespeare dice que sólo debe perdonar al novio y no pasa nada, pero ya fue desprestigiada. En los ochenta, cuando vi la película me pareció bien, pero ahora creo que sí pasa algo, estamos viviendo otra manera de vernos como hombres y mujeres en el sentido de la equidad de género. Ahí fue cuando busqué al adaptador y solicité otro final bajo el contexto socia actual.

// Así como al director, como hacedores teatrales nos inquietan los conflictos sociales y el cómo poder utilizar nuestra habilidad con la escena para transformar, o bien, poner un granito de arena sobre la posible solución.

Como creador artístico, Guerrero decidió que a través de “Mucho Ruido y Pocas Nueces” podría mostrar la visión de una mujer en esta sociedad a partir de cómo se siente él como hombre en la comunidad, cómo puede lidiar con el machismo que impera en la sociedad. En su semana de estreno consideramos como público que logró tocarnos el alma, celebrar la fortaleza de Beatriz al romper con su cerrazón hacia los hombres y Benedicto su temor a enamorarse; sobre todo, insisto, a trastocar el tema de la fragilidad de la palabra de la mujer que, por una difamación sin pruebas, fue señalada y humillada.  En fin, gracias a Shakespeare y la genialidad de Guerrero con Milpica, las 160 mentes que observan la obra en cada función, saldrán con una reflexión, al menos una chispa que encienda la renovación cultural sobre el papel de la mujer en un mundo de machos.

De ahí el éxito de la Compañía Municipal de Teatro, pues deja de lado el “teatro para teatreros” y pone en la mesa la discusión del valor real del teatro. Y, sin importar si somos o no egresados de una licenciatura en artes escénicas, tenemos la apertura de vivir de él y para él, de poder sensibilizar a más grupos por medio de la magia del teatro.