En la búsqueda de remedios para sus males, el hombre ha recurrido durante siglos a diversos medios: la protección de sus dioses, la magia, los brebajes de los hechiceros, el uso de vegetales con propiedades curativas, entre otros. En efecto, la necesidad de encontrar recursos para luchar contra las enfermedades ha sido siempre tan importante para su sobrevivencia como la necesidad de obtener alimento y abrigo.

Con relación a las plantas medicinales, actualmente en los mercados de muchas ciudades de nuestro país hay vendedores de yerbas curativas diversas, tales como: el anís, para mejorar la digestión; la hiedra, de utilidad en el tratamiento de la bronquitis; la yerbabuena, para mitigar el dolor de estómago; las hojas de siempreviva colocadas en las sienes (los chiquiadores), para combatir el dolor de cabeza; el árnica, para bajar la inflamación, etc. Conviene señalar que el mercado Sonora de la Ciudad de México es uno de los mejores lugares en donde se pueden conseguir plantas curativas (vale la pena conocerlo).

En este contexto, el Yerberito, bella canción que fue interpretada magistralmente por la cubana Celia Cruz, señala en uno de sus versos: “Traigo yerba santa pa´la garganta, traigo keisimon pa´la la hinchazón, traigo abrecaminos pa´tu destino, traigo la ruda pa´el que estornuda, también traigo albahaca pa´la gente flaca, el epazote para los brotes, el vetiver para el que no ve y con esa yerba se casa usted”. ¡Ahhh….!, qué ritmo y qué manera de divulgar, mediante la música, una de las tradiciones terapéuticas populares: las plantas medicinales.

Un breve comentario histórico sobre este tema. A la llegada de los españoles en el siglo XVI, les llamó la atención el interés de los habitantes de la Nueva España por las plantas medicinales. Existían jardines botánicos con plantas curativas, muy bien cuidados, en Tenochtitlán, Atzcapotzalco, Texcoco, Oaxtepec y otros lugares. El uso de las plantas medicinales fue descrito en la Historia general de las cosas de la Nueva España de fray Bernardino de Sahagún (fraile franciscano) y en los protocolos de sus fuentes indígenas. Destaca también la obra Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis (Libro de las plantas medicinales indígenas) escrito por el indio Martín de la Cruz, médico del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, y traducido al latín por el xochimilca Juan Badiano (de allí su nombre de Códice Badiano).

Entre las plantas medicinales de los aztecas se encontraban: el cacao (Theobroma cacao) usado como estimulante; el epazote (Teloxys ambrosoides) que utilizaban para tratar el dolor de estómago y la diarrea; el estafiate (Artemisa ludoviciana) con propiedades colagogas (expulsión de la bilis retenida en la vesícula) y antihelmínticas (expulsión de gusanos intestinales); así como el zapote blanco (Casimiroa edulis) usado como hipnótico y para bajar la presión arterial elevada (antihipertensivo). 

Volviendo a nuestra época, una de las actividades relevantes de la Universidad Autónoma de Aguascalientes ─que es la publicación de libros sobre diferentes tópicos a través de su Departamento Editorial─ nos deleitó en el año 2014 con la publicación del libro Plantas medicinales de Aguascalientes,² escrito por el biólogo Gerardo García Regalado. Debe señalarse que

//Gerardo, junto con su esposa la M. en C. Margarita de la Cerda Lemus (RIP), dedicaron gran parte de su vida a la identificación y clasificación de los vegetales de la región. El libro antes citado es el resultado del estudio de la flora del estado de Aguascalientes desde el año de 1980,

y su objetivo es dar a conocer la información que sobre el tema se ha recabado entre los pobladores de la entidad.

Códice Badiano. Ilustración de las hierbas tlahzolteozacatl, axocotl y chicomacatl empleadas como remedio para cuerpos injuriados y maltrechos (Wikipedia, la enciclopedia libre).

Esta obra describe 196 especies de plantas a las que se les adjudican propiedades medicinales. Con ello se pretende rescatar y conservar un conocimiento empírico que ha pasado de generación en generación entre la población aguascalentense. Por lo tanto, este libro ofrece dos elementos valiosos: 1) representa un eslabón contemporáneo que se une a la larga cadena del conocimiento sobre las plantas medicinales y 2) contribuye a mantener y enriquecer una tradición cultural no solamente de nuestro estado y de nuestro país, sino del mundo entero: la medicina tradicional expresada en su vertiente de la herbolaria.

Finalmente, de manera resumida se describen las propiedades terapéuticas atribuidas a tres de las plantas medicinales incluidas en este libro: 1) Anisillo, Anís verde (Tagetes micrantha) para regular la presión arterial; 2) Árnica morada (Aster gymnocephalus) para tratar infecciones de la piel, úlceras y la inflamación muscular, y 3) Capulín (Prunus serotina) útil contra la tos.