Con el avance de las tecnologías, el hombre se ha mostrado ansioso  y temeroso, a la vez, ante lo que es ahora una realidad: la inteligencia artificial. La preocupación se ha dado en torno a la cuestión de si llegará el momento en que la inteligencia artificial superará a la humana y de si seremos capaces de manejar nosotros semejante revolución. Suele haber quien se plantea incluso el fin de la vida humana, una confrontación del hombre frente a  la máquina que ha sido bien explotada en el cine. Existe también la percepción de que es posible que la tecnología llegue a hacer una simbiosis con el hombre del futuro, quien poco a poco se convertirá en una especie de ciborg.

Pero la realidad es un tanto menos emocionante, preocupante, más bien. La verdad es que esa situación sigue siendo un imaginario que se encuentra muy lejano. La inteligencia artificial en su estado actual si bien mejora de manera exponencial, nos hace cuestionarnos sobre otras consecuencias muy graves. Si lo pensamos detenidamente, se trata básicamente de herramientas que la informática ha desarrollado para llevar a cabo de manera más eficiente algunos trabajos, y eso es lo que viene a causar la inteligencia artificial al menos en su etapa más próxima: un cambio sustancial en la dinámica laboral y el equilibrio económico mundial.

La inteligencia artificial, como se aplica actualmente, es una tecnología que cuenta con grandes cantidades de información acerca de un tema en específico, que utiliza para analizar probabilidades gracias a algoritmos que le permitan tomar una decisión en un caso específico. El análisis de grandes cantidades de datos en tan poco tiempo y de manera tan sistematizada es algo que sencillamente rebasa las capacidades humanas.

El hecho es que este tipo de software se puede implementar en muchísimos campos, y con ellos se irán eliminando los lugares que antes ocupaban humanos haciendo esas tareas. Cajeros, personal de atención al cliente, asesores por teléfono, operadores, etc. serán puestos que gradualmente se irán reemplazando con dispositivos electrónicos semiautónomos y autónomos que desempeñen dichas funciones. Sencillamente Uber ya ha realizado el primer viaje de un camión autónomo. Esta tecnología ciertamente en un futuro podría ser de gran utilidad para las empresas de transporte y de muchos ramos más.

// A diferencia de la Revolución Industrial o la Revolución de las computadoras, la de la inteligencia artificial no reemplazará cientos de trabajos con otros nuevos oficios, sino que traerá consigo la eliminación de empleos a gran escala y no solamente los menos remunerados económicamente.

Desde luego que este proceso dará ganancias exorbitantes tanto a las empresas que desarrollen la tecnología como a las que la adopten. Se estarán ahorrando toda la nómina del personal, las prestaciones y seguridad social, además de remuneraciones por accidentes de trabajo, reemplazándoles con dispositivos que pueden funcionar prescindiendo de todo esto, sin descanso. Sólo habrá que costear el mantenimiento y actualización de los mismos.

La solución comenzará por educar a las masas de personas desplazadas de sus empleos en las disciplinas que no se presten a ser atendidas por la inteligencia artificial, dígase las que conlleven capacidades creativas, de planeación o pensamiento interdisciplinario. El problema es que estas habilidades son propias de trabajos especializados y, por lo común, bien pagados, lo que dificulta que haya espacio para todas las personas que hayan sido desplazadas. Más factible resulta la idea de dotar de remuneraciones económicas o hacer trabajos de lo que se conoce como asistencia social, voluntariados, que si bien son necesarios, no podrán ser demasiado bien remunerados. Las actividades que requieren de la habilidad humana y las habilidades de la misma para desarrollarse tampoco pueden ser un gran bloque de empleos, piensen en bármanes, conserjes, trabajadores sociales, etcétera.

Ahora, esto no deja de tener sus propias complicaciones, pues ¿quién pagará los empleos que usualmente eran servicios voluntarios? La respuesta más lógica parece ser que se tome dicho recurso de las ahora enormes ganancias de las empresas que se sustenten en la inteligencia artificial a través de algún tipo de impuesto establecido para estas organizaciones, administrado, desde luego, por el gobierno a los trabajadores.

//Desde aquí podemos ver el tremendo infortunio que nos espera a países en vías de desarrollo, y especialmente México, que cuenta con índices de corrupción altísimos y que no parecen disminuir.

El impuesto aquí difícilmente llegará a imponerse a las poderosas empresas que constantemente son foco de condonaciones millonarias de los impuestos aun más básicos. Ahora, si de algún modo existiese ese recurso tendríamos que considerar las pérdidas  que quienes lo administren tomarán como “comisiones”, como bien sucede con todos los recursos que se destinan  a los programas sociales actuales.

Realmente podremos hablar de esta capacidad del gobierno para subsidiar el trabajo de las personas en países como E.U.A y China, que al ser los líderes en las empresas que desarrollan esta tecnología y las que la usan y tienen presencia en otros países, se verán tremendamente beneficiados. La industria de la inteligencia artificial se fortalece cuanto de más datos disponga, de manera que a mayores datos, mayor talento atraído y mejor producto obtenido. Estos dos países ya cuentan con la base para iniciar su expansión, pero para los demás países, como mencionamos antes, la situación no resulta nada esperanzadora.

Diversas firmas chinas de reconocimiento facial y de voz están convirtiéndose en líderes de la industria, demostrado esto por su capitalización bursátil. Por su parte, la industria de los vehículos autónomos es liderada por Google, Tesla y Uber. Google, Facebook, Microsoft, Amazon, Baidu, Alibaba y Tencent utilizan la inteligencia artificial de forma exhaustiva y expansiva a través de las redes y la web, lo que les permite dominar los mercados. Estos beneficios que lograrán países altamente industrializados como los mencionados, ni siquiera se asomarán a los países en vías de desarrollo, pues las grandes poblaciones estarán compuestas principalmente por trabajadores desplazados, no productivos.

Esto lleva a generar una profunda reflexión sobre cómo estos países en vías de desarrollo deberán poner todo su empeño en cerrar la agresiva brecha educativa, científica y tecnológica que existe entre las propias sociedades y respecto de otros países, de manera que los avances y las innovaciones coadyuven a generar mejores y más equitativas formas de vida. Los retos y dilemas que plantea la era cibernética o de la inteligencia artificial nos presentan una enorme oportunidad: repensar la desigualdad económica a escala local, regional, nacional y global. El futuro se nos viene aceleradamente encima y ninguna sociedad puede mantenerse aislada o incrédula.