El filme es dirigido por el director Ruggero Deodato, la historia es de Gianfranco Clerici y cuenta con las actuaciones principales de Robert Kerman, Francesca Ciardi y Perry Pirkanen. Fue estrenada en el año 1980, segunda con mayor audiencia en Japón en ese año (después de ET), aunque prohibida desde entonces en más de cincuenta países. El director se enfrentó a cargos de homicidio en su contra al creerse que había asesinado a los protagonistas de su película. Para darle un aire realista a su falso documental (primer filme en usar esa modalidad) pidió a sus actores se mantuvieran fuera de la vista pública por al menos un año, lo que ayudó a que en efecto se creyera que había cometido homicidio en la filmación. Sólo hasta que los actores llegaron sanos y salvos al juzgado, los cargos fueron dejados.

Tras el anterior preámbulo, se abre una expectativa sobre la trama de la película que pudo haber causado tanto revuelo y malos entendidos. La realidad es que esta película de culto ha sido vista muy a pesar de su prohibición por todo aquel que se deje guiar por un tanto de morbo, un mucho de masoquismo y un poco de curiosidad. Entre esos tres sentimientos, finalmente he visto yo el filme del que he oído tantas y tan variadas críticas.

La trama de la película es sencilla: un grupo de documentalistas ambiciosos se embarca a la selva amazónica a grabar a una supuesta tribu caníbal. El director, su novia, dos acompañantes también estadounidenses y otros ayudantes, se adentran en la selva agitando las aguas en busca de material escabroso que los lleve a la fama. La manera en la que esta agitación es hecha, es lo importante, lo terrible, lo desesperanzador del filme; empalamientos, violaciones, violencia física contra los nativos y animales, entre otras cosas, son mostradas sin tapujos en este filme que algunos se atreverían a categorizar como gore. Finalmente, al resultar muertos por la tribu que cansada de los abusos se une para derrotar a los invasores, un equipo de rescate es mandado a las profundidades de la selva a averiguar lo que sucedió con los cineastas (con lo que inicia la película). Encuentra las grabaciones, las muestra a los productores, empeñados en publicar el material, y resuelven tras ver el total contenido de lo grabado, que no sería adecuado sacarlo a la luz pública. Como muchas otras películas, el final deja una especie de moraleja que es muy sencilla: ¿quiénes son realmente los salvajes?

Dado que esta película es vieja, ha sido criticada en muchas ocasiones y ha sido vista por un público extenso. Comenzaré por hablar de mi experiencia personal al verla: sabiendo que las escenas de muerte de los animales eran reales –y tal vez sin haberlo sabido– giré la vista o me cubrí los ojos como una chiquilla que tiene miedo de un monstruo. “Ah” –dirían los creadores de la película– “justo eso es lo pretendido, que te cubras los ojos frente al monstruo que es el hombre”. Claro, no hay que haber vivido demasiado para conocer un poco de la maldad humana, de la crueldad y de la injusticia. Y esta película buscaba exponer con claridad todos estos elementos, de ahí la violencia y lo horrible, terrible de los protagonistas. Pero aún con lo anterior, no dejé de preguntarme dos cosas: en primer lugar, ¿cómo fue rodada esta película? Por lo que tengo entendido, se utilizaron nativos en la filmación, he leído que algunos actores no sabían precisamente de qué trataba antes de comenzar el rodaje (aunque de esto no podemos culpar del todo a la producción), e incluso hubo lágrimas del equipo de producción tras la muerte de la tortuga (que por lo que leí, la dieron de comer a los nativos).

//Me es imposible pensar que esta película, que buscaba mostrar la crueldad de un grupo de cineastas ambiciosos, no haya caído en totalmente lo mismo mientras se rodaba.

Es, sin duda, un proyecto ambicioso y la creación del falso documental en el cine se le puede agradecer tanto como reclamar, tras tener una serie infinita de filmes de suspenso y terror en las salas de cine. Pero fuera de los aciertos que pudiera tener, que son más bien aciertos externos, le veo muy poca justificación a los actos que sin mesura llevaron a cabo para este proyecto. Al decir que son aciertos externos, me refiero a que la película, estrictamente hablando, no está bien actuada, escrita (diálogos perezosos, trama predecible y personajes lineales), o incluso dirigida. Hay algo casi cursi en las escenas violentas, en las que una música propia de villano toca sin variaciones, mientras que las escenas de muerte de humanos claramente tuvieron mucho menor empeño que las hechas a los animales… y así se puede seguir por un rato.

De ahí mi segunda pregunta: ¿qué motivó hacer la película? Si fuera una declaración filosófica rayando en lo misántropo, me parece que repito mi argumento anterior: es una misantropía que se repite en la misma grabación del filme y, por más que esto nos dé una luz más sobre los alcances que puede tener una empresa humana, no creo que haya sido la intención inicial del director del filme. Esto último, más bien, fue un extra que nos ha dado el tiempo. Ahora, si pretendía hacer arte, me hace preguntarme por qué la baja calidad en los elementos que he enumerado antes. Creo que han existido buenas críticas que son artísticas y han elevado una idea al campo del cine de arte, pero éste definitivamente no es el caso.

Escuché que en algún momento se le llamó una “oda al mal gusto”, pero curiosamente, ni siquiera estoy tratando de decir que el filme debió ser menos “violento”. Es decir, sí, pudo ser menos violento, pero creo que también pudo estar mejor hecho, sin contar que pudieron haber prescindido de las muertes reales a los animales. Con esto, no puedo más que recordar los tres elementos que Roger Ebert da a los “filmes de explotación” y me parece que al menos en dos de tres Cannibal Holocaust lo es. Primero, es un filme que tiene elementos de explotación, mismos que han sido ya descritos; segundo, contiene estos elementos de explotación sin tener mucho en cuenta nociones de legitimidad cinematográfica o integridad artística –de las cuales también he hablado– y, en tercer lugar, el elemento que nunca podría decir con certeza existe en este filme: que fue hecho sólo para mostrar explotación. En mi opinión, sin haber escuchado una entrevista del director al respecto, me da la impresión de que al menos conscientemente no era ésta su intención, pero también sé que llegó el momento en que debió darse cuenta, pues declaró haberse arrepentido de haber hecho la película.

En lo personal, lamentaría haberla visto también, por las reacciones que me causó, mismas que a la mañana siguiente habían desaparecido. No lo lamento, sin embargo, tanto por el impacto finalmente corto que tuvo en mis emociones, como porque me abrió los ojos a una ambición distinta de explotación de un filme en la que no había reflexionado. Tal parece que no se tiene que ser una película de grandes presupuestos para tener una ambición y una explotación específica.