El desarrollo de la inteligencia humana ha logrado avances inimaginables en muy pocas décadas si consideramos los millones de años que el hombre lleva establecido sobre la Tierra. Es singularmente sorprendente la capacidad y velocidad de comunicación en nuestros días, así como la enorme facilidad de traslado que vincula a lugares remotos de un instante a otro. Las grandes conquistas en el uso de las energías y los avances en el conocimiento del cuerpo humano para el combate a la mortalidad y las enfermedades inciden significativamente en mejores condiciones de vida para las sociedades y los individuos. No existe hoy aspecto de la vida humana que no haya sido analizado a la luz de las nuevas metodologías, principios y postulados que analizan las estructuras de los sistemas de organización y regulación, es decir, los flujos de energía que en ellos se despliegan.

Para comprender esta era “cibernética” en que vivimos, habrá que dilucidar primero qué es lo que significa esta palabra. El término cibernética proviene del griego Kybernetiké, femenino de kybernetikós que significa: “pertenececiente al arte de gobernar”, y fue utilizado en sus inicios por Platón y Ampere, y posteriormente adoptado para designar al estudio del control y teoría de la comunicación.¹

Para Norbert Weiner,² quien utilizó este término en 1948 en su libro Cibernética y sociedad, la cibernética es “la ciencia del control y de la comunicación en el animal y en la máquina”.³ La tesis de su libro

[…] consiste en que sólo puede entenderse la sociedad mediante el estudio de los mensajes y de las facilidades de comunicación de que ella dispone y, además, que, en el futuro, desempeñarán un papel cada vez más preponderante los mensajes cursados entre hombres y máquinas, entre máquinas y hombres y entre máquina y máquina.⁴

Desde tiempos remotos existió una fascinación en las distintas civilizaciones por tratar de alcanzar la capacidad creadora que sólo sus dioses poseían, fabricando muñecos articulados que imitaran la apariencia física y el comportamiento humano o, incluso, que contaran con vida propia.

En cada estadio de la ciencia desde Dédalo o el héroe de Alejandría, la habilidad del artesano para producir un simulacro activo de un organismo viviente ha intrigado siempre al pueblo. Este deseo de producir y estudiar los autómatas ha sido siempre expresado en términos de la técnica viviente de la época. En los días de la magia, existía el extraño y siniestro concepto del Golem, esa figura de arcilla sobre la que el Rabino de Praga infundía el soplo de la vida con la blasfemia del Inefable Nombre de Dios. En el tiempo de Newton, el autómata consistía en la caja con el reloj de música con las pequeñas efigies haciendo piruetas rígidas en lo alto. En el siglo XIX el autómata es la glorificada máquina de vapor quemando algún combustible en lugar del glucógeno de los músculos humanos. Finalmente, el autómata del presente abre las puertas por medio de las fotocélulas o apunta las armas al lugar en el que un rayo del radar coge a un avión o computa la solución de una ecuación diferencial.⁵

Justo de esta manera, las computadoras más avanzadas y los dispositivos electrónicos más sofisticados representan hoy en día la vanguardia de la carrera humana por simplificar al máximo el trabajo que realizan para conocer, controlar y dominar la naturaleza.

// La cibernética es una ciencia complementaria a la ciencia de la comunicación dado que estudia los fundamentos de ésta relacionando las analogías entre el comportamiento de las máquinas y el de los organismos biológicos.

Su inicio formal puede considerarse a partir de 1942, hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando se buscaba dilucidar soluciones a los problemas de comunicación y flujos de información. Esto dio lugar, a mediados del siglo XX, al desarrollo de la computadora digital estableciendo métodos por los cuales un sistema determinado puede controlarse de forma autónoma.⁶

El “padre de la cibernética”, como se le llamaba a Weiner, junto con Alan Turing, John von Neumann y Claude Shannon dieron vida a las ciencias de la computación. Particularmente, Weiner tuvo una gran influencia en las ramas relacionadas con la inteligencia artificial.⁷

La cibernética es una ciencia relacionada íntimamente con otras importantes disciplinas, sin cuyo concurso no habría podido desarrollarse, especialmente la lógica matemática, la neurofisiología y la ingeniería, pero también la psicología, la antropología y la sociología. La analogía fundamental entre hombres, animales y máquinas radica en que éstos son dispositivos que toman decisiones con base en otras que tomaron en el pasado.⁸ Emulando este sentido cinestésico por el que los seres vivos recuerdan la posición y tensión de sus músculos, las máquinas, para que funcionen de manera adecuada, deben ser informadas acerca de los resultados de sus propias acciones como parte de los datos de acuerdo con los cuales deben actuar. “La regulación de una máquina de acuerdo con su funcionamiento real y no respecto de lo que se espera de ella se llama retroalimentación, que es una de las nociones fundamentales de la cibernética”.⁹

Dice Wiener en su libro Cibernética y sociedad que: “Un sistema organizado puede definirse como aquel que transforma un cierto mensaje de entrada en uno de salida, de acuerdo con algún principio de transformación. Si tal principio está sujeto a cierto criterio de validez de funcionamiento, y si el método de transformación se ajusta a fin de que tienda a mejorar el funcionamiento del sistema de acuerdo con ese criterio, se dice que el sistema aprende”.¹⁰ “Las máquinas están perfectamente capacitadas para hacer otras máquinas a su propia imagen”.¹¹ Él entendía que, como resultado de las correspondencias entre la lógica humana y la lógica de la máquina, las computadoras tienen la habilidad para “aprender y para reproducirse”.

Los logros y avances de la cibernética que, por un lado, han traído beneficios innumerables a la población humana (como la bioingeniería, la robótica y las aplicaciones médicas, las comunicaciones y las computadoras), plantean, sin embargo, delicadas reflexiones, pues inciden en el desarrollo económico y la calidad de vida de las sociedades y los ecosistemas debido a la producción en forma masiva y a la invasión de esferas y competencias plenamente humanas. Adicionalmente, si bien los logros han beneficiado a la humanidad en general, no todos los sectores de ésta han podido gozar de sus méritos debido a las grandes brechas socioeconómicas que nos dividen. De allí que es importante ponderar que, si bien el desarrollo en ciencia y tecnología ha llevado a la humanidad a estándares de desarrollo intelectual y material nunca antes logrados, los resultados no siempre han estado dirigidos hacia el mejoramiento social.

Tras la muerte de Norbert Wiener, el término cibernética comenzó a ser sustituido por el de inteligencia artificial. Indagar los hechos de la vida de este destacado científico es una buena razón para reflexionar sobre las constantes advertencias que él mismo hizo sobre perder de vista los peligros del “uso del hombre por el hombre”, así como los riesgos de depender de máquinas cada vez más poderosas y sofisticadas que tomen decisiones por nosotros.

La era cibernética es una realidad insoslayable. Deben sopesarse y reflexionarse con responsabilidad sus múltiples implicaciones. Éste es un trabajo que atañe a gobiernos, académicos, científicos, industrias, empresas y organizaciones de la sociedad civil que deben procurar el bienestar global del ser humano y del entorno por encima de intereses particulares económicos y/o científicos. Tarea difícil… mas no imposible.