No puedo creer que una película sobre menstruación haya ganado un Oscar.
Raika Zehtabchi (directora)

A propósito de la reciente celebración de la 91° entrega de los Premios de la Academia, en la categoría de mejor corto documental, la película Period. End of sentence obtuvo el reconocimiento. El título es, en sí mismo, un juego de palabras y un posicionamiento político; en voz de la productora del filme Melissa Berton, el periodo debería significar únicamente el fin de una oración (en inglés period, se refiere al punto como signo de puntuación) y no el fin de la educación de una niña.

El documental aborda el estigma que rodea la menstruación en algunas áreas rurales de India. Dividido en dos partes, primero, nos deja ver las dimensiones de este estigma; cuesta un poco creer que la realidad que el filme tan crudamente retrata, pueda existir en este siglo. Raika Zehtabchi logra mostrarnos una realidad desgarradora que muchos quizás desconocíamos: en algunas ciudades, cuando una niña tiene la menstruación por primera vez, quizá falte un día a la escuela, en India, quizás nunca regrese.

//La falta de información sumada a una fuerte cultura patriarcal, ha llevado a conceptualizar un proceso fisiológico natural del cuerpo de la mujer, como una enfermedad, como algo vergonzoso y sucio, tanto por los hombres como por las mujeres.

Si en el discurso aparece como tal, en la práctica este discurso legitima la discriminación, es así que las mujeres no pueden asistir a los lugares de culto cuando están menstruando, la sangre es impura y las mujeres, cinco días al mes, también lo son. Una de las entrevistadas se pregunta: “¿Por qué no puedo asistir si voy para rezar a diosas que también son mujeres?”, pero la discriminación nunca sienta sus bases en la razón.

Este estigma ha dificultado que productos diseñados para facilitar nuestra higiene y comodidad, como las toallas sanitarias, tampones y más recientemente la famosa copa menstrual, lleguen a estas latitudes. En los pueblos de India, las mujeres se ven en la necesidad de utilizar paños de tela sucios o incluso hojas o cenizas. La incomodidad y poca practicidad de estos métodos orilla a las niñas a dejar de asistir a la escuela una vez que llegan a la pubertad, sumándose a las funestas estadísticas. En India, el 63.5% de las mujeres abandonan la escuela durante la adolescencia.²

La segunda parte del filme es mucho más esperanzadora. Retrata a un grupo de mujeres que, gracias al financiamiento y asistencia de The Pad Project, obtuvieron una máquina para fabricar toallas sanitarias biodegradables hechas de materiales locales. Esta máquina permite dotar a la población femenina de toallas sanitarias, pero más aún, representa una fuente de ingreso estable para las mujeres que deseen trabajar en su fabricación. La estrategia es la imagen viva del empoderamiento femenino, un círculo de mujeres, trabajando para las mujeres y luchando por una independencia económica.

En 26 minutos el documental logra sensibilizar, pero también incidir en la opinión pública, al visibilizar problemáticas que han permanecido silenciadas y que perpetúan la desigualdad, especialmente en latitudes y realidades que nos parecen tan ajenas. Es —a propósito de la conmemoración del Día de la Mujer—, un ejemplo de las palabras de Audre Lorde (2003): "Yo no soy libre en tanto haya otra mujer que no lo sea, aún cuando sus grilletes sean muy diferentes de los míos".³