La actual cadena agroindustrial alimentaria tiene sus orígenes en la revolución verde (década de los setenta y ochenta), con el uso de fertilizantes y pesticidas de síntesis química, mejoramiento genético de las semillas y de las razas animales para consumo humano, así como el uso de maquinaria agrícola que funciona a base de combustibles fósiles y que componen todo un paquete tecnológico bajo el supuesto de producir los alimentos suficientes para la humanidad y erradicar el hambre, al mismo tiempo que se degrada y contamina el suelo y el agua, poniendo en riesgo la salud de los campesinos involucrados en los procesos de producción, así como la salud de los consumidores. De acuerdo al grupo ETC: “La cadena alimentaria agroindustrial utiliza más del 75% de los recursos agropecuarios del mundo, es de las fuentes principales de emisiones de gases de efecto invernadero y provee de comida a menos del 30% de la población mundial”.²

Si bien es un sistema de producción que ha demostrado grandes avances a nivel de rendimiento de cultivos o en rendimiento de producción pecuaria, los costos ambientales y sociales son altos, incluso no ha logrado resolver el problema de distribución y desperdicio de los alimentos.

Ante esto, cada vez hay un mayor número de iniciativas de cadenas cortas agroalimentarias (o circuitos cortos de comercialización) que surgen como opciones para relocalizar los medios y formas en la producción y comercialización de los alimentos, vinculando a la ciudad con el campo. Ejemplos de mecanismos de cadenas cortas agroalimentarias son: los tianguis y mercados de productores, ferias agroalimentarias, cooperativas y organizaciones de consumidores, tiendas de productores, agricultura de responsabilidad compartida o sostenida por la comunidad (ventas con pagos anticipados), ventas en el sitio de producción o reparto a domicilio y en negocios locales (cafeterías, restaurantes, hoteles).

“Las cadenas cortas agroalimentarias ofrecen una posibilidad de mejorar la economía familiar e influir en la nutrición y en la calidad de los alimentos, acortando las distancias entre productores y consumidores”.³

//Los tianguis y mercados de productores permiten poner en contacto directo al productor con el consumidor, sin intermediarios en la compra, de manera que el ingreso se va íntegro al campesino como incentivo para que continúe realizando su labor de producción de alimentos, de manera limpia y agroecológica, pues existe un público dispuesto a realizar un pago justo por estas prácticas.

Los productores que participan en estos espacios son locales o regionales, lo que significa que los alimentos se trasladan en una escala menor comparada con la agricultura industrial intensiva, mostrando una menor huella de carbono por el uso de combustibles para el traslado, además de que al provenir de prácticas productivas agroecológicas se cuidan los recursos naturales, suelo, agua y biodiversidad.

De acuerdo al artículo “Experiencias de la Red Mexicana de tianguis y mercados orgánicos”,⁴ se identifica al Círculo de Producción y Consumo de la ciudad de Guadalajara como la primera iniciativa registrada en el país de Eco-tienda organizada por el Colectivo Ecologista de Jalisco en 1996 y que posteriormente se desarrolló como tianguis de consumo responsable. En seguida, en el 2003 se inauguró el mercado ecológico Ocelotl en la ciudad de Xalapa y el Tianguis Orgánico Chapingo en Texcoco.

Actualmente, en varios de los Estados existen iniciativas locales de tianguis y mercados de productores, promovidos principalmente por grupos de consumidores o por los mismos productores. Dentro de los proyectos con mayor difusión en el país destacan: en CdMx el Mercado el 100, el Mercado Alternativo de Tlalpan y el Tianguis Alternativo Bosque de Agua; la Feria de Productores en Guadalajara; TOSMA en San Miguel de Allende, Guanajuato; Mercadito Verde en Durango; Mercado de Granjeros en la ciudad de León, Guanajuato; y en la ciudad de Aguascalientes, Sendero Natural Tianguis Alternativo y Mercado Verde.

Estas iniciativas seguramente continuarán operando y organizándose con sus propios recursos, pero estamos en un momento clave donde sería importante que el Gobierno Federal contemplara la réplica de tianguis y mercados de productores, usando la experiencia ya generada desde la asociación civil organizada, que permita además un mayor avance en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y del Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán, signado por México en 2015.