Podríamos perdonar a quien lo practicaba, pero nunca se verán con mejores ojos los actos, omisiones y palabras que denigran los derechos de otros, en este caso, los de las mujeres.
El gran crecimiento del número de personas haciendo esfuerzos de todo tipo por visualizar la injusticias realizadas en contra de la mujer es realmente esperanzador; profesionistas de todas las áreas, gente que se dedica a todo tipo de labores y de todas partes del mundo se han unido a la labor de buscar por todos los medios la revisión de la ley, la aplicación de la misma y la reconstrucción de todos los conceptos relacionados con el tema.
En México, las recientes Leyes Olimpia e Ingrid2 son ejemplos claros de los pilares que se han levantado y que servirán para seguir construyendo en el tema, logrados gracias a mujeres valientes que luchan por ser escuchadas para el bien de todas (incluso de todos) a quienes se nos dificulta creer que las cosas serán mejores. Este tipo de evidencias nos alientan a seguir esforzándonos y, definitivamente, nos alientan también los crecientes esfuerzos de miles de personas haciendo su parte desde su lugar de trabajo, desde su conocimiento y un poco más allá de sus posibilidades.
Los logros son grandes y cada vez serán más, pero uno de los más difíciles de hablar es el del perdón: no el perdón como medio para exonerar dejando sin castigos a los culpables; más bien el perdón como un proceso individual –y tal vez secreto, buscando la sanidad propia– y, por otro lado, el perdón como un acto de reconocimiento de nuestros errores, como testimonio de que hemos dicho y hecho desde el machismo, y como herramienta para jurarnos a nosotr@s mism@s que actuaremos diferente y que haremos todo lo necesario para reeducarnos.
Es muy fácil que la palabra perdón suene a asunto religioso, pero, separado de todo ello, permite avances importantes en el proceso de sanación de quien lo otorga.3 Éste, incluso, puede otorgarse sin necesidad de que se entere el agresor y produce avances importantes a nivel social cuando una persona reconoce sus errores, sus delitos o sus culpas sin ánimo de buscar ser exonerado, sino sólo de evidenciar los incontables abusos y que éstos provienen de quien menos lo imaginamos.
//Si lográramos honestidad en el reconocimiento del daño que hemos causado desde posturas machistas, tanto hombres como mujeres ayudaríamos a urgir cambios significativos desde la familia y la educación escolar, hasta la consciencia propia.
No es mi intención hablar en tan pocas palabras y tan simples de todo lo que se necesita para decidir perdonar, es tan sólo un recordatorio más de la posibilidad de hacerlo, de no olvidar que existe una buena parte de la población que ha sido reeducada gracias al esfuerzo de años de tantas mujeres, apoyadas por muchas mujeres y por algunos hombres, y que con esta nueva perspectiva reconocemos haber vejado a la mujer con palabras y acciones, pero que se nos ha permitido reivindicarnos y enlistarnos en la lucha feminista.
Un artículo en CNN que expone acerca de Los beneficios del perdón para la salud4 dice que: “Albergar ira y hostilidad se asociaron con un mayor riesgo de enfermedad coronaria en un artículo que se publicó en Journal of the American College of Cardiology en 2009.” Pero lo más interesante del artículo es que cita la revisión de “44 estudios publicados anteriormente sobre la enfermedad cardíaca donde se encontró que la ira y la hostilidad estaban relacionadas con un aumento de los eventos de enfermedad coronaria”(sic), además de un estudio publicado en Annals of Behavioral Medicine en 2016, que encontró que con el tiempo, los aumentos en el perdón se asocian con disminuciones en el estrés.5
Ahora, todo este estrés y enfermedad anímica y social no son responsabilidad de quien perdona o no, es completamente responsabilidad del agresor; pero la víctima puede decidir qué hacer con lo vivido. Los innumerables grupos de mujeres que actualmente brindan apoyo psicológico, legal y de escucha a cualquier otra mujer, son una herramienta poderosísima en el avance emocional y legal de quien ha sufrido violaciones a sus derechos y, es en esos grupos, donde más fácilmente puede replantearse qué actitud tomar y sentirse acompañada en sus decisiones.
Ya que me sé completamente ignorante del tema, he estado consultando con amigas expertas y mujeres que admiro. Monica Mayer,6 por ejemplo, quien desde toda su sabiduría, su humildad y sus más de 40 años de lucha por los derechos de las mujeres en México me decía7 que no le venía a la mente por el momento literatura que hablara acerca del perdón, la reconciliación y la reivindicación desde el feminismo, pero que le parecía un asunto necesario y una postura nada fácil de adoptar –el que ella lo dijera me ayudó a no restarle importancia al tema–.
Buscando en internet, es alentador ver libros, blogs y grupos de acompañamiento a víctimas y para reeducación masculina; por ejemplo un blog escrito por un hombre en el que redacta para otros acerca del feminismo y de todo el daño que ellos han provocado con acciones grandes y pequeñas.8 Es fácil encontrar en internet literatura y asociaciones o grupos que facilitan acompañamiento, guías e información psicológica y legal para seguir adelante sea cual sea el camino que se quiera tomar para llegar a ello.
EL MACHISMO JAMÁS SE PERDONA. Podríamos perdonar a quien lo practicaba, pero nunca se verán con mejores ojos los actos, omisiones y palabras que denigran los derechos de otros, en este caso los de las mujeres. Podríamos reconocer que hemos violentado a otros y otras, podríamos perdonar a nuestra madre y a nuestro padre por su aporte a nuestro pasado machista y podríamos darle espacio en nuestras filas, abrir filas a nuestros amigos que se han esforzado por investigar y replantearse su masculinidad, a los que buscan grupos de apoyo para ello, a los que leen al respecto, a los que escuchan, a los que no tienen el discurso listo de “no todos los hombres somos iguales”, sino que aceptan el crimen y desigualdad ancestral en contra de la mujer. Podríamos aceptarlos en nuestras filas si reconocen sus errores, sus actos, sus palabras violentas, si se interesan en reeducarse, si lo demuestran. Y podríamos permitirles luchar desde sus trincheras contra el machismo anidado en cualquiera de los géneros.
No sabría qué decirte más allá de que todas las personas crecimos y nos educaron en un sistema patriarcal. Son patrones de comportamiento que tenemos profundamente introyectados que son difíciles de cambiar para cualquiera. Las mujeres aparentemente tenemos más motivación para cambiarlos ya que esta situación nos ha invisibilizado y ha permitido que seamos víctimas de una gran violencia. Sin embargo, el machismo también daña mucho a los hombres. Estamos ante un enorme problema de educación cuya responsabilidad tendríamos que asumir tanto mujeres como hombres. No es nuestra responsabilidad como mujeres enseñarle a los hombres. Sin embargo, yo creo que todas, todes y todos podemos aprender, cambiar y crecer, por lo que estar abiertas al diálogo es una estrategia que sí nos interesa asumir a algunas feministas.9
Mónica Mayer.
1 Lic en Artes Visuales por la Universidad de las Artes, Aguascalientes. Coordinadora del Colegio de Arte y Cultura, Aguascalientes.
2 https://www.elsoldemexico.com.mx/metropoli/cdmx/preparan-ley-olimpa-para-proteger-a-victimas-tras-su-muerte-4851407.html
https://www.economiahoy.mx/nacional-eAm-mx/noticias/10359749/02/20/Con-Ley-Ingrid-buscan-castigar-a-servidores-publicos-que-filtren-fotos-de-crimenes-en-CDMX-.html Gracias, Rolando, por tenérmelas presentes.
4 Es un subtítulo de El perdón y tu salud: los beneficios según la ciencia https://cnnespanol.cnn.com/2019/06/05/el-perdon-y-tu-salud-los-beneficios-segun-la-ciencia/
5 Ibid.
6 Artista y activista feminista nacida en la Ciudad de México en 1954. https://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%B3nica_Mayer
7 En comunicación directa. Vía Messenger para Facebook, 18 de abril del 2020, 9:01pm. De Mónica Mayer para Francisca Lozano Corrales.
9 En comunicación directa. Vía Messenger para Facebook, 20 de abril del 2020, 6:40 pm. De Mónica Mayer para Francisca Lozano Corrales.
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