En la era de las simpatías políticamente rentables, cabalgaba aquel hidalgo que había salido de La Mancha para enfrentar a inverosímiles monstruos. Junto a él, su fiel escudero le cuidaba de las fake news.

–Vaya que ha sido un recorrido agotador. Desde el paseo de los antimonumentos, hasta los monstruosos y suntuosos rascacielos cimentados en la desigualdad.

–Ha sido un largo recorrido, mi señor. Hemos librado la extorsión y el secuestro; la vida es una dicha en el país de lo irracional.

–Escucha con atención, amigo mío. Parece ser que los viejos señores de estas tierras gritan por temor al Leviatán.

–No escucho nada, mi señor. ¿Está seguro de que aún existen tales señores?

–¡Vaya que lo estoy! Esos señores jamás se rendirán porque quieren ocupar el lugar del Leviatán. Para ello endulzan el oído del incauto y se hacen invisibles bajo el manto del libre mercado.

–¿Cómo los enfrentaremos?

–A la vieja usanza. De frente y con la lanza. Ha llegado el tiempo en el que todo lo que parece ser no lo es, y todo lo que es no lo parece. Recuerda que las partes invisibles nos llevan a la materialización de lo aparente...

–Veo la ciudad –notifica el escudero.

La Ciudad es una encrucijada, piensa el hidalgo. Sus quimeras le atan al centralismo en una República llena de fantasmas.

En soliloquio va pensando:

Quien quiera caminar tus calles debe vencer sus miedos. Tus monstruos de acero se hacen diminutos ante la voracidad de tus demonios. Incluso el más valiente se ha sentido frustrado frente a la impotencia de tu desengaño.

Es curiosa la dualidad que se respira en tus caminos, reproducción exacta de la idiosincrasia de tu pueblo. La estética de tus Palacios, lo absurdo de tus templos, lo inverosímil de tus antimonumentos. Tus paredes, lienzo de protestas de soñadores radicales. Tus asfaltadas arterias son el camino de encuentro de los contrarios. ¿Podemos llamar consenso a lo que surge de la desconfianza mutua?

Símbolo de triunfo, centro de la indignación, epicentro de intenciones democráticas. ¿Fue el Estado o fue el pasado? El ser humano es imperfecto; una consideración bastante humana.

La justicia se antepone al interés general. La respuesta es subjetiva cuando buscamos mejorar nuestro tiempo, nuestro espacio. Interpretar el silencio es el mayor acto de comunicación política. Disfrutaré de mi libertad, Dios mediante. Ironía. Pecados capitales, deseos generales.

–¿Cuál es la naturaleza del hombre? –pregunta el escudero como si adivinara los pensamientos del hidalgo. 

–La inconsciencia a la que supedita sus actos. Es decir, es bueno. Su razón de ser requiere de la fe.

–Yo opino lo contrario. La verticalidad en sus consideraciones morales, le impiden ver y entender el mundo más allá de su campo visual. Autócratas diminutos ante el afán de lo desconocido; cotidiano impulso hacia la barbarie.

­–Seamos democráticos y otorguémosle el beneficio de la duda.

–Quoniam impletum est...

Vuelve a su soliloquio.

Las diversas interpretaciones de nuestro entendimiento humano convergen en el caos de lo nunca antes visto. La novedad del raciocinio, describe la posteridad de la ironía en la estructura de los horrores de nuestra civilización. ¿Es la memoria el comienzo del olvido?

Las pretensiones, bajo el influjo de nuestras ilusiones, se difuminan en el salvajismo de la imposición meritocrática. ¿Quién se cree usted para corregir el orden de las cosas?

La hegemonía es consecuencia de un placebo subconsciente; de la entrega ante la superioridad de lo imaginario como intuición de unos cuantos; guía del momento adecuado de una suma imparcial de ingenuidades. ¿Experiencia o asimilación de nuestro entorno?

La interdependencia constituye un intento frustrado de resistencia. ¿Qué hay más allá de lo visible? Vivimos bajo el yugo de un ente invisible.

–He estado pensando en eso que llaman Estado –grita el escudero.

–El viento se lleva las palabras. No hay mayor sensación que la esperanza que produce un nuevo día.

–He estado pensando en eso que llaman justicia –dice de manera casi inaudible el escudero.

–El orden de los factores no altera el producto. El miedo es la suma de todas las voluntades que, vistas a través del espejo, se transforman en esperanza.

–¿Qué día es hoy? ¿Qué día será mañana?

–El camino es largo y circular. Detrás de cada horizonte hay otro y otro y otro. No imaginemos lo imposible, pues la suerte juega de nuestro lado… ¡Vamos a contrarreloj!