El fácil acceso que permite la tecnología a toda la información y conocimiento de la humanidad, nos hace reflexionar sobre el poder que nos brinda su uso, responsable o no, a la par que nos genera sorpresa, consecuencia de la asimilación cotidiana de nuevos aprendizajes. El filósofo Sócrates decía que el hombre, aun con su capacidad de razonamiento y los muchos conocimientos que posee, no lo sabe todo, ni siquiera en la actualidad, a pesar de tener una inmensidad de información a un click de distancia. De manera que, más allá de esta pantalla, la interacción con nuestro entorno inmediato, que representa todo un mundo por descubrir, se nos presenta como una fuente alternativa excelente de aprendizaje. En el presente artículo y en virtud de aprender un poco más de nuestro pasado, se hablará sobre un objeto de particular atractivo, por su rareza y tamaño, así como de su relevancia histórica, artística y cultural.

Panorama positivista y la enseñanza de la Historia

Las Cartas Sincronológicas fueron objetos de uso cotidiano en el ámbito educativo. Se elaboraron durante el último tercio del siglo XIX y la primera década del XX en nuestro país, en un contexto delimitado por el régimen Porfirista e influenciado por el Positivismo. Esta filosofía, en palabras de Aureliano Ortega Esquivel, fue una corriente que arribó a México en manos de Gabino Barreda, al ser éste un académico que acabó por formarse en Francia bajo la influencia directa del pensamiento comtiano.² Exaltándose esta filosofía y enfatizando como fin último el “progreso” social, con un previo “orden”, del cual se encargaría el mismo régimen político, el Positivismo mexicano, además de sostener el sistema político e impulsar el pensamiento científico, influyó en el ámbito educativo al dar entrada a recursos didácticos como lo fueron estos objetos, generando una transformación en la manera de enseñar a la juventud mexicana.

La poca existencia de material usado para la enseñanza de la Historia en las escuelas mexicanas recaía en los manuales escolares sin tener mucha variedad y, por supuesto, en los mapas e imágenes impresas de los principales personajes históricos; sin embargo, se reiteraba en la obligada lectura que, sin menospreciar tan importantísima actividad, de acuerdo a Enrique Rebsamen, fomentaba “la falta de dignidad del maestro al rebajarse a la renuncia de su figura como tal, volviéndose esclavos del texto mismo”,³ sin posibilidad de llevar al estudiante más allá, con lo que el uso de estos objetos lograba ilustrar y situar al estudiante en el pasado sin salir del aula.

Aun así bajo este panorama, la Historia como asignatura y el uso de las Cartas Sincronológicas, figuraron un papel relevante dentro de la formación de los estudiantes ya que la Historia, como se sabe, “atiende a los fines formal e ideal de la enseñanza… desarrollando facultades intelectuales, estéticas y éticas”.⁴ Por lo tanto, la enseñanza de la Historia, aunada a la implementación de estos nuevos recursos didácticos, impulsaron el desarrollo educativo en nuestro país.

¿Qué son y qué función tuvieron las Cartas Sincronológicas?

Sin ahondar detalladamente en los aspectos físicos y considerando que ya se abordó esto en el trabajo de la restauradora Victoria Casado, titulado: Dictamen y propuesta de restauración de la Carta Sincronológica de Historia Universal 1907, con base en la intervención del mismo documento edición 1882, sólo se dará una breve descripción de éstos y de su elaboración. El papel sobre el que fueron plasmadas las imágenes se encuentra sobre una tela⁵ y de acuerdo con la investigadora, para la impresión de estos documentos, y a falta de una impresora de gran tamaño, se tiene la certeza de que fueron elaborados por varios segmentos de orientación vertical que unidos conforman una sola lectura progresiva.

Estas Cartas son documentos de grandes dimensiones. Están armados a manera de biombo con un tamaño de cada segmento que va desde “los 53 cm a los 55.5 cm de ancho por 71. 5 cm de alto”,⁶ acabando por otorgar un tamaño de poco más de 7 metros de extensión por poco más de 70 centímetros de alto, en los cuales a lo largo de su contenido se distribuye y desarrolla toda la historia universal y, en últimos fragmentos, la historia de México y Sudamérica. Esta obra de gran formato compuesta en total de 14 paneles de papel, está impresa a color con la técnica de cromolitografía, a cuatro tintas, que consiste en utilizar una plancha o piedra distinta para cada color (negro, rojo, azul y amarillo), que se aplica en un orden específico, de manera que al superponer los colores se generan nuevos tonos.⁷

En palabras concretas, las Cartas Sincronológicas son líneas del tiempo que, como cualquier otra que explica el proceso de un acontecimiento, se lee de izquierda a derecha. Esta lectura es apoyada de una línea temporal de color negro donde se marcan los siglos y otras en posición vertical en tono rojo que marca las décadas. En estas Cartas se muestra iconográficamente todo el pasado del hombre, desde el origen con Adán y Eva, hasta el momento de su impresión, por lo que la información que se podrá encontrar en ellas en la actualidad no será otra que la registrada hasta finales del siglo XIX.

No obstante, la relevancia y el valor que tienen estos objetos hoy en día son de alto impacto por su legado documental, material y artístico, así como por el uso dado en su momento, al ser utilizados como un recurso didáctico en las aulas escolares para ilustrar de forma tangible y evidenciable todos los grandes acontecimientos de la humanidad, como se buscó por la ideología positivista.

Cartas Sincronológicas: un avance tecnológico decimonónico

La interacción y cercanía que se tiene con el pasado en la actualidad puede lograrse con sólo agregar ciertas palabras clave en algún buscador de Internet y, con los algoritmos necesarios, éste te facilitará lo que estás buscando junto con otro tanto que quizá te pueda servir con base en lo solicitado inicialmente para, en cuestión de segundos, tener a la mano cualquier tipo de material relacionado con un tema, acontecimiento o personaje. Para quienes, estando frente a grupo, queremos llevar al estudiante al pasado, tenemos un sinfín de posibilidades a usar para conseguirlo, así como variedad de medios, siendo las TIC´s un claro ejemplo de facilitadores de espacios como en el que ahora se lee este artículo.

Videos, páginas y mapas interactivos, filmes, blogs, libros y revistas digitales, infinidad de imágenes y estrategias pedagógicas en las cuales uno puede apoyarse para una estrategia de enseñanza, engloban en gran parte el panorama de la educación de esta centuria, entonces, ¿qué ocurría con la educación en el siglo XIX y las Cartas Sincronológicas? Si bien estuvieron, por mucho, lejos de lo que hoy la tecnología nos puede ofrecer, sí representaron un importante avance tecnológico al congregar en un solo objeto toda la historia del hombre; por lo que no existen palabras claves exactas ni los suficientes algoritmos para arrojarnos, en un solo click, todo lo que en su momento estos objetos dieron a los estudiantes de esa época.

La interacción que hoy en día tenemos con el cúmulo de información es dinámica, innovadora y atractiva, pero se cuenta con el gran riesgo de encontrar datos de poca credibilidad y caer por mucho, lejos de la precisión sobre cualquier tema. Por otro lado, el acceso a este mundo tecnológico que se ha vuelto indispensable y codependiente para cualquier persona y, por supuesto, para el sistema educativo, genera indudablemente una desigualdad para aquellos sectores sociales que no pueden llegar a él; ya sea por solvencia económica o por no tener la infraestructura necesaria en su entorno inmediato. Esto es mejor conocido como brecha digital que, a su vez, es una nueva forma de desigualdad social que se ocasiona por la falta de infraestructura para acercar la tecnología a todas las personas, así como por la carencia de habilidades y capacidades para su uso.⁸ En otras palabras, es una brecha abismal que indirectamente se ha establecido y estamos a merced de ella.

En este sentido y, por otro lado, las Cartas Sincronológicas pudieron sortear sin problema estas dificultades, estando a disposición de todos en el aula mientras que su contenido presentaba evidencia irrefutable del pasado gracias a las fuentes usadas para su elaboración.

//Fueron recursos didácticos que ayudaron a evolucionar de forma importante al sistema educativo en nuestro país, adelantándose varias décadas a su época, al ser un objeto de imprescindible presencia y uso en el aula por su innovación, contenido y fácil uso.

Si bien ahora se posee todo el conocimiento gracias a los recursos modernos, la tecnología decimonónica junto con la filosofía del contexto, cubrió las brechas mencionadas en líneas atrás; y, aun así, estos tesoros documentales cayeron en el olvido y, por ende, las pocas referencias sobre ellos.      

En la actualidad existen pocos datos acerca de estos objetos. A raíz de esta investigación y aunado a la ya mencionada aportación de la restauradora Victoria Casado, en total se identifican diez ejemplares, de los cuales cuatro de ellos están físicamente en nuestro país. Del resto aparecen referencias de su existencia en documentos y otros tantos los podemos localizar en museos, bibliotecas y archivos en España, Chile y Colombia. Sin embargo, y con orgullo regional, en el centro de la capital del estado, el Museo Regional de Historia de Aguascalientes (MRHA) mantiene en su resguardo un ejemplar de 1884 en excelente estado de conservación.

Estar tan cerca de un ejemplar, para quienes vivimos en esta ciudad, es tener la oportunidad de apreciar la cantidad de información vertida e ilustrada en ella, así mismo el impacto de su calidad artística y su compleja elaboración. Es importante enfatizar que por mucho merece la atención de académicos en la Historia, la Restauración y el Arte. Remarco que esta lectura, más que relatar sobre lo que son estos objetos y su uso, es una invitación para despertar el interés de aquellos que se encuentran en miras de saber un poco más de todo aquel pasado que aún falta por descubrir. El olvido de estas Cartas, a partir de la poca existencia de las mismas y su nula divulgación hasta ahora, causa la necesidad de poner mayor enfasis en el estudio y difusión de las ya ubicadas.