Y así empieza un día más, una mañana más, la cual parece ser la perfecta réplica de la mañana anterior. Un tanto desorientado alcanzas el teléfono celular y lo primero que ves al abrir Facebook es una noticia más acerca de la gran pandemia. Claro, ¿por qué iba a ser diferente? Ayer fue así, la semana pasada también lo fue, al igual que hace ya 6 meses, y es entonces cuando sientes que te volverás a derrumbar.
Desde comienzos del año han abundado una gran cantidad de artículos y noticias referentes a la actual emergencia sanitaria derivada del SARS-CoV-2 debido al alto grado de contagio, las medidas de prevención, así como las implicaciones que tiene este virus sobre la salud han figurado como el tema principal. No obstante, poco se habla de las repercusiones que ha tenido este virus en la salud mental. “Según datos de la UNAM por lo menos 15 de cada 100 mexicanos sufren depresión, siendo los sectores más vulnerables: niños, jóvenes y adultos mayores”,2 pues
//el cambio radical en la rutina diaria de la población mexicana derivado del confinamiento social trajo consigo un aumento en las emociones negativas, tales como: ansiedad, tristeza, irritabilidad y el sentimiento de culpa e inutilidad,
provocando en las personas actitudes un tanto agresivas y poco tolerantes hacia los demás, a causa del distanciamiento social, aunado a la incertidumbre económica, la cual ha afectado “a poco más de 1,181,000 personas en el país”,3 sin mencionar los empleos perdidos dentro del sector informal, cuestión que también es relevante. En suma a lo mencionado anteriormente, podemos decir que estas situaciones se convierten en las condiciones idóneas al deterioro de la salud mental.
Dichas alteraciones pueden llegar a verse agravadas por la baja “disponibilidad de intervenciones psicoterapéuticas” (Huarcaya, 2020), lo cual es un aspecto importante a considerar, ya que la toma de decisiones se puede llegar a ver comprometida, vulnerando la estabilidad en diversas relaciones, ya sean familiares, de pareja o laborales, incrementando el estrés y la ansiedad. “La opinión de diversos especialistas en psicología señalan que el trabajar desde casa no es una capacidad que la mayoría posee "[...] por lo que se puede empezar a sufrir niveles de estrés muy altos, lo que pondría a cualquiera en condiciones de vulnerabilidad a desarrollar cualquier trastorno mental”,4 ocasionando comportamientos poco saludables, no solamente hablando en el ámbito mental o emocional, sino provocando complicaciones físicas, lo que empeoraría mucho más aquellas emociones negativas, afectando directamente en la calidad de vida.
//Otro sector vulnerable el cual se ha visto fuertemente afectado en su salud mental es justamente el personal de salud.
Está de más mencionar que su invaluable intervención constituye una actividad esencial durante la presente emergencia sanitaria, no obstante las largas jornadas laborales, el miedo y la incertidumbre a un posible contagio ha repercutido inevitablemente en la salud mental de millones dentro de este sector,
ya que su actual estado mental de enfermeras y doctores es comparable con el de un soldado durante su traslado al frente de batalla, esto sin mencionar el cómo esto ha influido en su labor, pues la alta demanda emocional amenaza la atención proporcionada a pacientes contagiados, los cuales también se ven severamente afectados tanto física, emocional y mentalmente (Blardone, 2020, pág. s/r).
La importancia que ha tomado la salud mental ha sido tanta que representa una pieza fundamental para el combate contra el COVID-19, puesto que han quedado en evidencia las peligrosas secuelas que éstas han tenido sobre la población en general; asimismo, es relevante considerar cómo es que esta clase de trastornos nos vuelven vulnerables en tiempos de total incertidumbre. De igual forma, es vital el fortalecimiento de políticas públicas que protejan la salud mental de todos y cada uno de los sectores de la población mexicana.