En nuestro tiempo y circunstancia, ¿cuántos individuos se consideran dueños de sí mismos? Desplazando al feudalismo, a las ocupaciones coloniales, las jerarquías raciales y al control estatal de las economías, el modelo neoliberal de sociedad se ha posicionado históricamente como el sistema hegemónico mundial. Su fundamento es claro: los individuos son libres y su libertad les implica la responsabilidad de lograr su felicidad. Hoy por hoy, sin embargo, Byung-Chul Han cuestiona hasta qué punto la libertad para buscar esa felicidad conlleva nuevos mecanismos de alienación. Dicho dominio, de acuerdo al filósofo en lengua alemana, se ejerce a través de la cultura mediante la promoción de la extenuación. Esto implica inculcar en los individuos la intención de buscar en todo momento la auto-realización a través del placer extremo, el trabajo hasta el agotamiento y el entretenimiento que raya en el agobio.

El problema no es nuevo y ha sido abordado desde varias posturas: la libertad que ofrece la organización de las sociedades contemporáneas plantea para cada persona el reto abrumador de hacerse cargo de su propia existencia; y además hay un condicionamiento ejercido a través del discurso hegemónico y el lenguaje. Sin embargo, Chul Han, en su libro La sociedad del cansancio, enriquece el marco de conceptos sobre tales cuestiones a lo largo de siete ensayos de fluida lectura.

En el primer texto, el autor presenta una analogía entre la sociedad de la modernidad tardía y un organismo vivo que ya no se encuentra en peligro frente a amenazas externas. Por el contrario, ha logrado sobreponerse a la otredad y adopta ahora “lo otro” como algo propio. En esa situación de inclusión y prosperidad, este ser sólo puede crecer y desarrollarse. En la carencia de límites externos y la ausencia de posibilidades de conflicto, el daño proviene del crecimiento mismo que deviene en el agotamiento. De esta forma, nos introduce al carácter problemático de la prosperidad del mundo occidental, el cual desarrolla en lo subsecuente refiriéndolo como un “exceso de positividad”.

Su propuesta central, desarrollada desde el segundo apartado, prolonga la reflexión foucaultiana en torno a la sociedad disciplinaria. En función del desarrollo actual de la producción, Chul Han considera que se gesta actualmente una “sociedad del rendimiento” en que el individuo mismo toma las riendas de su propia labor. Sin el rigor de un dominio ajeno, el sujeto se auto-exige un rendimiento cada vez mayor para ser más que sus pares, creciendo frenéticamente pero desprendiéndose de la posibilidad de no-hacerlo. Es decir, que el sujeto de rendimiento renuncia a su libertad de-no-hacer, en aras de exceder su positividad.

Derivado de lo anterior, en los ensayos subsecuentes el autor abunda en torno a consecuencias de este exceso de positividad. El afán de hacer más en todo momento, dado que no se limita al tiempo de trabajo, implica la intención de aprovechar todo el tiempo disponible. Ello supone el desempeño de múltiples tareas y, por consiguiente, la falta de periodos de pasividad que el filósofo asume como necesarios para el individuo, para replantearse y reelaborar ideas, observar su entorno y crear. En ausencia de dichos periodos, pues, pierde la capacidad de enfocar la atención, entrando a un estado de movimiento incesante y automático que lo acerca a la mecanización propia de la máquina. Ya sin otra intención que perpetuar su movimiento, el sujeto tardío-moderno se despoja a sí mismo de la libertad, convencido que está auto-realizándose.

En tanto la reflexión filosófica está ligada a su tiempo y circunstancia, en ningún caso se aleja de las preocupaciones cotidianas: las reelabora y examina formalmente.

// Byung Chul Han invita a los individuos de las sociedades de la modernidad tardía a reflexionar respecto a esta inmersión en el sistema de auto-exigencia.

Este es un libro para cuestionar nuestro propio papel como miembros de las sociedades de la modernidad tardía.