Hace aproximadamente un año se hizo pública la noticia² de la compilación y publicación de una serie de cartas entre dos grandes historiadores: Natalie Zemon Davies y E. P. Thomson.³ La comunicación transatlántica (Davies en Canadá/EE.UU. y Thompson en Inglaterra) ocurrió entre los años 1970 y 1972, una época no muy lejana a la actual. Sin embargo, a partir de aquellos años se desarrollaron numerosas tecnologías de la comunicación que hacen que a los actuales estudiantes nos parezca extraño que para realizar dicho intercambio de información se tuviera que hacer una copia a máquina de un manuscrito, enviarlo por correo y esperar un tiempo considerable para recibir respuesta.

Si bien el interés por las tecnologías de la información en la educación comenzó desde finales del siglo XX con el uso de las computadoras y enseguida con el internet en ambientes educativos, encontramos que actualmente vivimos una época en la que las redes sociales acaparan muchos de los campos de nuestras vidas. En la enseñanza encontramos que la mayoría de los profesores usa ampliamente el correo electrónico para informar a sus alumnos.⁴ Además de que para comunicarse con sus colegas es una herramienta útil y eficiente que permite tener una conversación ahorrando tiempos de espera y adjuntar sin la necesidad de reescribirlos completamente para crear una copia.

En la difusión del conocimiento nos encontramos en la época de las revistas electrónicas, los repositorios de artículos en la web, el open access y la llamada “democratización del conocimiento”. De tal manera que la presencia del internet y los medios digitales se ha vuelto cada vez más una constante en los círculos académicos.

Por supuesto que no debemos olvidar el protagonismo que últimamente han tenido las redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter. A nivel mundial se habla de la injerencia que dichas plataformas tienen en la sociedad. Facebook y Twitter son vistos como plataformas de uso político, muchas noticias actuales están plagadas de reportajes sobre qué político dijo qué cosa en Twitter. En época de elecciones uno de los nuevos factores a considerar son las redes sociales; incluso, en la última década, han existido movimientos sociales y estudiantiles que se desarrollan y organizan en las redes sociales con repercusiónen la vida cotidiana. Tales son los casos de la Primavera Árabe, Occupy Wall Street y en México el movimiento #YoSoy132 que, cabe mencionar, ya utiliza el formato de Twitter para darle nombre, algo que también usa el reciente movimiento #MeToo.

No es entonces sorpresa que estas redes sociales se hayan incorporado a la vida académica. De tal manera, encontramos opciones al estilo Facebook y Twitter pero solamente para académicos, y cuyos objetivos viran hacia los intereses de estos últimos. Tal es el caso de plataformas como researchgate.net y academia.edu que se difunden como redes sociales para académicos en las que se puede compartir trabajos, reportes y artículos prometiendo aumentar el número de citados a los mismos. Al mismo tiempo, estas plataformas funcionan como medios de contacto para los investigadores y estudiantes al permitirles buscar a otros académicos con intereses en común.

Para los historiadores, por ejemplo, se tiene H-México que es un grupo virtual que reúne a “historiadores, profesionales de disciplinas afines, estudiantes universitarios y, en general, a todas las personas con un interés formal y especializado en la historia de México”⁵ y que desde 1995 opera para enviar boletines informativos a sus suscriptores.

Con la inserción de las redes sociales en la academia debemos también mencionar que el lenguaje manejado en dichas plataformas ha permeado para tratar temas académicos. Es entonces inevitable hablar de los formatos que últimamente se popularizan en los medios antes mencionados, como son los memes, serie de chistes gráficos que en este caso toman como combustible las temáticas de diversas disciplinas. Hay comunidades enteras en Facebook dedicadas a realizar memes con contenido histórico, de las ciencias sociales e incluso de las ciencias básicas, y éstos tienen gran popularidad entre estudiantes e investigadores por igual.

Todo lo anterior nos hace preguntarnos cómo cambiarán los estudios y noticias de la comunicación entre académicos en algunos años, cuando en lugar de cartas se hagan análisis y estudios de los correos electrónicos y los tweets que entre académicos se destinaban; cuando, por ejemplo, se hagan públicas las comunicaciones tipo chat de los investigadores en las que discuten diferentes aspectos de un próximo artículo a publicar. Y esto nos lleva también a pensar: ¿Están los grandes investigadores del mañana enviándose memes por DM sobre sus respectivas tesis? Sin duda, y tomando en cuenta lo antes mencionado, las futuras investigaciones sobre la comunicación entre académicos nos deparan giros y sorpresas interesantes.