Hablar, discutir y proponer sobre la democracia siempre será un quehacer necesario, tanto si el modelo democrático funciona desde la gobernabilidad y la gobernanza –en el buen discurrir dialógico entre representantes y representados–, como si la maquinaria política deja de funcionar en algunas de sus partes y debemos revisar qué mecanismos se habrán de mejorar.

En nuestro contexto global, penosamente, no siempre ocurre lo primero sino una generalidad democrática funcional con alarmantes señales de colapso: países (y regiones dentro de los países) en los que la democracia es sólo nominal, sólo de carácter electivo, o sólo discursiva y peligrosamente cercana a la demagogia.

Los renacimientos nacional-populistas, la revitalización de los discursos de exclusión propios de la ultraderecha, las amenazas a la laicidad de los Estados o la popularidad de que vuelven a gozar los discursos de odio, son la suma de las amenazas a la democracia. Si a esto añadimos la erosión institucional en los regímenes de gobierno, tenemos un coctel peligroso que vuelve probable el regreso a los autoritarismos.

Por eso este libro es necesario. Y lo es por varias razones. Primero, claro, por su contenido: una serie de ensayos poderosos y claros sobre qué es la democracia y cuáles son sus retos. Pero también el texto es necesario por el tono en el que se ofrece al lector: si bien es un texto académico, su lectura se acerca al gran público interesado en el asunto colectivo. Esta característica es remarcable, en un contexto en el que la idiocia (en el sentido griego de apatía por lo público) es moneda corriente en la discusión comunitaria.

En este volumen, editado por la Universitat Autónoma de Barcelona, la Universidad Autónoma de Aguascalientes y el Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura, se refrenda el compromiso que cada una de estas instancias tiene para con el saber, la ética pública y los altos estándares que los lectores necesitan.

El cuerpo del libro consta de doce ensayos circunscritos en el doble marco de un prólogo y una introducción. El remate lo hace un epílogo que busca redondear el contenido a través de los títulos del volumen, todos sugerentes y específicos.

Desde el prólogo podemos anticipar el tono del contenido. Aquí, Luis Xavier López Farjeat, a partir de un artículo de Guillermo Hurtado, “¿Qué es y qué puede ser la filosofía analítica?”, ensaya sobre la pertinencia de derrumbar esta falsa disyuntiva entre la filosofía academicista, enclaustrada en el cubículo, y la filosofía como actividad pensadora, en contacto y aporte de lo cotidiano.

Insisto en resaltar que este tono le da mucha valía al libro porque plantea “que los filósofos nos hayamos vuelto irrelevantes para el resto de la cultura”; indeseable, por supuesto, sobre todo en tiempos en los que las acciones político-colectivas carecen de brújula ética o crítica. Así, este libro es una invitación a pensar la democracia como un hecho que nos afecta a todos y que aquí se discute con inteligencia.

Los compiladores, Anna Estany & Mario Gensollen, logran un contenido nutrido, producto de la consistente selección de autores y de artículos. Así, podemos discurrir desde definiciones de glosa sobre la democracia fundacional helena de Aristóteles y Platón, hasta concreciones conceptuales más contemporáneas y especializadas.

Estas concreciones conceptuales no son del monopolio exclusivo de los academicistas sino que quedan a la mano del lector común: se logran desmenuzar tópicos como democracia directa y representativa, sus valores y problemáticas, la cuestión de las mayorías, la preparación de los electores y –sin llamarla por su nombre– bordean aspectos de la cultura política democrática que ya ensayaban Gabriel Almond y Sidney Verba.

Así, si bien el libro será indispensable en las bibliografías de los estudios de grado y posgrado en el área de las ciencias políticas, la sociología, el derecho o –por supuesto– la filosofía, también será necesario en las discusiones no necesariamente académicas, pero sí interesadas en el asunto público dadas las implicaciones nutridas por argumentos epistémicos, éticos, cognitivos, políticos y sociológicos. Esta argumentación no pierde de vista el hecho de que la democracia es –por sí misma– un acto de poder, y como tal, nos debe involucrar.

//No es exageración afirmar que la democracia está en riesgo. Como tampoco lo es la urgencia de que los ciudadanos enriquezcan sus fuentes de información, su capacidad argumentativa, su pensamiento crítico y la construcción de sus opiniones. En ese sentido, este libro es una grata oportunidad para ello.

La democracia es perfectible y sus mecanismos –en tanto humanos– son susceptibles al fallo. La democracia que mató a Sócrates es, salvando las proporciones, la misma que promulgó los derechos humanos. La democracia puede morir, en tanto su ciudadanía se desinterese por ella, descuide su ejercicio, y evada su discusión. Está en nosotros evitarlo.