ANECDOTARIO

Marihuana medicinal

Fernando Jaramillo Juárez 1y María del Carmen Terrones Saldívar2

La estrofa de una poesía a la marihuana señala: “El viaje ha comenzado, no sé dónde terminará, puede que acá a la vuelta, puede que más allá”… (Taringa, 2012). Aunque parezca ingenuo señalarlo, la marihuana es el conjunto de hojas y tallos secos de la planta Cannabis sativa. Brevemente, conviene señalar que el consumo de marihuana o cannabis ha sido una costumbre popular que data desde hace miles de años y que se ha documentado en la historia de muchas regiones del mundo como la antigua China, la India y los países del Medio Oriente (Abanades et al., 2005). Con muchos defensores y detractores, la marihuana ha sido y es una planta ubicada en el centro del debate por sus efectos nocivos para la salud cuando se consume en exceso o de manera prolongada. Actualmente, es la droga ilícita de mayor consumo a nivel mundial (UNODC, 2016). A pesar de ello, con el paso de los años algunos países han optado por legalizar el uso lúdico o recreativo de la marihuana como Uruguay (2013) y Canadá (2018).

Al margen de la controversia antes citada –de la que no somos ajenos en México– se debe señalar la otra cara de la moneda: el uso medicinal de la marihuana. En efecto, a pesar de que el uso principal de la cannabis ha sido recreativo, también se ha utilizado con fines curativos desde hace varios siglos. En México, luego de un gran debate, el uso medicinal de la marihuana fue aprobado por el Senado el 13 de diciembre de 2016, mientras que la Cámara de Diputados lo hizo el 28 de abril de 2017. De allí la importancia de conocer los potenciales efectos terapéuticos de esta planta.

En este contexto y acelerando el carro de la historia, en la primera mitad del siglo XIX se publicaron algunos reportes de médicos europeos sobre el uso terapéutico de la cannabis. Entre ellos destacan los trabajos de William O´Shaughnessy (1809-1889), irlandés graduado en medicina y química en la Universidad de Edimburgo, quien realizó estudios experimentales con los extractos de marihuana y encontró que eran útiles para mitigar los dolores del reumatismo y controlar las convulsiones de algunos de sus pacientes afectados de epilepsia (Zuardi, 2006). Luego de la muerte de O´Shaughnessy en 1889, los químicos se dedicaron a obtener extractos concentrados de cannabis para aislar e identificar los principios activos o compuestos con actividad biológica, lo cual fue alcanzado 75 años después. Al respecto, en 1964 Gaoni y Mechoulam, financiados por la Universidad de Georgia en EU, aislaron e identificaron al THC (tetrahidrocanabinol) como el principal compuesto psicoactivo de la marihuana. Estudios posteriores condujeron a la identificación de más de 100 compuestos de esta planta llamados canabinoides, entre ellos el canabinol (CBN) y el canabidiol (CBD), muchos de ellos con acciones biológicas importantes (Iversen, 2000).

//Abrimos un paréntesis para señalar que el consumo lúdico de la marihuana y su uso en la medicina tradicional fomentaron el desarrollo de investigaciones para identificar sus efectos y sitios de acción en el sistema nervioso central (SNC),

lo que permitió el descubrimiento del sistema endocanabinoide o sistema canabinoide endógeno (Hassanzadeh, 2014). Con ello se supo que el organismo humano produce sus propios canabinoides o endocanabinoides, los cuales al ser liberados por las células nerviosas ayudan a controlar funciones mentales y físicas (NIDA, 2015). Relacionado con lo anterior, varios estudios han establecido que la función principal del sistema endocanabinoide es la neuromodulación (Kano et al., 2009; Fine y Rosenfeld, 2013). De manera breve, los neuromoduladores son sustancias endógenas que, al ser liberadas por las células nerviosas que los sintetizan, activan receptores localizados en la membrana de neuronas vecinas, modulando con ello la liberación de neurotransmisores, es decir, sustancias químicas utilizadas para la comunicación celular.

En este contexto, en la década de los noventa los resultados de varias investigaciones demostraron que los canabinoides obtenidos de la marihuana (canabinoides exógenos) ejercen sus efectos característicos activando a los receptores CB1 y CB2 de las células nerviosas y de otros tejidos (Mechoulam et al., 1992; Pertwee et al., 2010). A su vez, en 1992 fueron identificados los principales compuestos producidos por nuestro organismo (compuestos endógenos) que activan a estos receptores: la anandamida (araquidonil, etanolamida) y el 2-AG (2-araquidonil, glicerol). Estos descubrimientos establecieron el inicio de muchas investigaciones sobre la función del sistema endocanabinoide y la relevancia clínica de los compuestos obtenidos de la marihuana (Netzahualcoyotzi-Piedra et al., 2009).

En efecto, respecto a los canabinoides exógenos, varios de los efectos farmacológicos de los extractos o preparaciones obtenidas de cannabis se basan en la capacidad del THC para activar a los receptores de los canabinoides endógenos (CB1 y CB2). El THC estimula el apetito y reduce las náuseas, aunque también ayuda a disminuir el dolor, la inflamación y problemas relacionados con el control muscular (Nagarkatti et al., 2009; Pertwee et al., 2010). A su vez, el canabidiol (CBD), compuesto concentrado en la marihuana y sin efectos psicotrópicos, tiene propiedades antieméticas, o sea, contra el vómito, antiepilépticas, ansiolíticas (para controlar la ansiedad) y antiinflamatorias. Los mecanismos que explican los efectos del CBD son complejos, aunque ya se conocen algunos de ellos (Thomas et al., 2007; Jones et al., 2012). Además, en años recientes se ha encontrado que el CBD actúa también como agente antidepresivo ya que en modelos experimentales aumenta la señalización o comunicación celular mediada por algunos neurotransmisores en la corteza cerebral (Linge et al., 2016). Por otra parte, en investigaciones hechas con ratas se ha demostrado que la administración de extractos purificados de cannabis con THC y CBD aumentan el efecto de la radiación para eliminar el cáncer (Scott, 2014).

Con estas y otras aportaciones sobre el conocimiento farmacológico de la marihuana, en años recientes el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los Estados Unidos señaló que los científicos habían confirmado que la planta del cannabis contiene sustancias o principios activos con potencial terapéutico para aliviar el dolor, controlar la náusea, estimular el apetito y disminuir la presión ocular (NIDA, 2013). Además, años atrás, un informe publicado en 1990 por el Instituto de Medicina del país antes mencionado concluyó que era justificable realizar investigaciones clínicas sobre los canabinoides como medicamentos. En ese entonces, el dronabinol (Marinol®) y la nabilona (Cesamet®) eran los únicos medicamentos derivados de la marihuana y aprobados por la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) que podían ser recetados por los médicos para tratar las náuseas en pacientes sometidos a quimioterapia o tratamiento contra el cáncer, así como para estimular el apetito en pacientes desnutridos afectados por el SIDA. Estas píldoras contenían análogos o versiones sintéticas del THC, el principal compuesto con actividad biológica de la marihuana (D´Souza et al., 2012; NIDA, 2013).

Conviene señalar que en los últimos años el conocimiento sobre el potencial terapéutico de los fármacos derivados de la marihuana ha avanzado considerablemente debido en parte a los estudios o ensayos clínicos que se han realizado con estas sustancias (Grotenhermen y Müller-Vahl, 2012). En efecto, 25 años después de la aprobación del dronabinol y la nabilona, el desarrollo de Sativex® marcó la llegada de la segunda generación de medicamentos basados en cannabis. Este nuevo producto, disponible en el Reino Unido y Canadá, es una mezcla químicamente pura de CBD y THC obtenidos de la marihuana. El medicamento está formulado como un espray bucal y fue aprobado para el alivio del dolor asociado al cáncer, así como para tratar la espasticidad (músculos tensos y rígidos) y el dolor neuropático en pacientes afectados de esclerosis múltiple (Blake et al., 2006; Novotna et al., 2011).      

Finalmente, se debe señalar que los científicos continúan investigando las propiedades medicinales de los canabinoides para evaluar y aprovechar mejor sus propiedades farmacológicas y, simultáneamente, evitar o disminuir sus efectos adversos (Volkow et al., 2014). Mayor información sobre este tema está disponible en un libro sobre divulgación de la ciencia publicado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes (Jaramillo y Terrones, 2017).     

Notas

1 Doctor en Farmacología por la Universidad de Guadalajara, colaborador de la Casa de Estudios Aguascalentense, y miembro del Consejo Ciudadano de Radio Universidad Autónoma de Aguascalientes.

2 Doctora en Farmacología, maestra en toxicología y profesora-investigadora del Centro Biomédico de la UAA.

Referencias

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Blake DR, Robson P, Ho M, Jubb RW, McCabe CS. Preliminary Assessment of the Efficacy, Tolerability and Safety of a Cannabis-Based Medicine (Sativex) in the Treatment of Pain Caused by Rheumatoid Arthritis. Rheumatology, 45: 50-52, 2006.

D´Souza G, Matson P, Grady CD, Nahvis S, Morenstein D, Weber K, Greenblatt R, Burian P, Wilson TE. Medicinal and Recreational Marijuana Use Among HIV-Infected Women in the Women´s Interagency HIV Cohort (WIHS), 1994-2010. J Acquir Immune Defic Syndr, 61(5): 618-626, 2012.

Fine PG, Rosenfeld MJ. The Endocannabinoid System, Cannabinoids, and Pain. Rambam Maimonides. Med J, 4:e0022, 2013.

Gaoni Y, Mechoulam R. Isolation, Structure, and Partial Synthesis of an Active Constituent of Hashish. J Am Chem Soc, 86: 1646-1647, 1964.

Grotenhermen F, Kirsten Müller-Vahl K. The Therapeutic Potential of Cannabis and Cannabinoids. Dtsch Arztebl Int, 109(29-30): 495-501, 2012. DOI: 10.3238/arztebl.2012.0495

Hassanzadeh P. Discovery of the Endocannabinoid System: A Breakthrough in Neuroscience. Arch Neurosci, 1(3):e15030, 2014.

Iversen L. The Science of Marijuana. New York, Oxford University Press, 2000.

Jaramillo Juárez F, Terrones Saldívar MC. Marihuana-Acciones Nocivas y Potencial Terapéutico. Universidad Autónoma de Aguascalientes, Serie Una Introducción para Zombis, Primera Edición, 2017.

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