La violencia política de género es un fenómeno político poco estudiado. No es caracterizado por ser coyuntural y sólo se ha ido visibilizando a través de investigaciones académicas que muestran una realidad empírica que han vivido las mujeres desde que están en campaña política hasta cuando ocupan un cargo político. Por ende, ésta limita la toma de decisiones de las mujeres en la esfera política y, por lo tanto, afecta su trabajo.

Para ilustrar, Daniela Cerva menciona: “Y es que la violencia política en razón de género que se ejerce contra las mujeres que tienen un interés político en participar en una organización partidaria con miras a ocupar un cargo de elección popular, afecta directamente las posibilidades que tienen de desarrollar un liderazgo político y es un obstáculo que difícilmente se identifica y se nombra como tal”.²

Es evidente que las aspiraciones de las mujeres al acceder a un cargo político conllevan un reto mayor al tomar decisiones, puesto que no sólo ven afectadas sus disposiciones por la violencia política de género de la que son receptoras, sino que, además, dichas acciones son normalizadas al no estar visibilizadas ante una ley.

Es entonces que Lena Krook y Restrepo hacen una tipología con respecto a cuáles son los tipos de violencia política de género al que pueden ser receptoras las mujeres y que precisamente limitan sus decisiones en la esfera política. Entre ellas están la “violencia simbólica, violencia económica, violencia psicológica”.³  

Ahora bien, como menciona Flavia Freidenberg: “[…] muchas de las mujeres internalizaron esos comportamientos como normales, y que suponían el costo de hacer política. Todas estas prácticas sutiles o evidentes, indirectas o directas, socavan y cuestionan los derechos político-electorales de las mujeres”.⁴ Lo anterior refiere a que las conductas de quienes ejercen la violencia política de género, al ser acciones informales que no han sido atendidas legalmente, discriminan la participación y la actuación política de la mujer.

La relevancia de estudiar el tema recae en que exista una reflexión cada vez mayor de la sociedad e interés especialmente de las mujeres que aspiran a un cargo público y político, así como de sus demás compañeros (hombres y mujeres). Ello implicaría que se tomaran acciones resolutivas para erradicar y actuar contra la violencia política de género.

Si bien existen actualmente en México acciones afirmativas que permiten la integración y participación de la mujer en condiciones de igualdad con los hombres en la esfera política, y aún cuando Salazar Talamás y Sánchez de Tagle por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en 2016 crearon un Protocolo para Atender la Violencia Política contra las Mujeres,⁵ que da razón de dicho fenómeno,

//la realidad es asimétrica puesto que las mujeres, aunque llegan con mayor seguridad a los cargos políticos, cuando es momento de tomar decisiones se encuentran frente a una serie de impedimentos que las frenan de llevar a cabo su ejercicio como funcionarias públicas.

Asimismo, la violencia política de género se puede presentar en los diferentes órdenes de gobierno, sin embargo, en el orden municipal se ha estudiado muy poco, dejando un camino qué seguir para expresar un fenómeno con relevancia política.

Finalmente, la violencia política de género muestra que, si bien la mujer recientemente ha tenido mayor actuación en los procesos político-electorales, aún se encuentra con limitaciones que no le permiten trabajar en igualdad al ejercicio del hombre en la esfera política. No obstante, al ser contemplado por mayor número de escritores se van generando trabajos que visibilizan y expresan la importancia de contar con más bases jurídicas que le den su lugar como un fenómeno político que debe atenderse, estructurándolo como un problema que queda por resolver.

En definitiva, todas esas prácticas informales de las que son receptoras las mujeres en la esfera política deben ser reflexionadas como lo que son, como violencia política de género, para que sean exhibidas y sancionadas debidamente.