E l evangelio según Jesucristo, novela de José Saramago, sorprende por la forma en que narra su perspectiva sobre la vida de un personaje tan emblemático en la historia mundial como lo es Jesús de Nazaret. Presenta una visión profana y más humana de los acontecimientos que rodearon su existencia. Desde el comienzo de la lectura se hacen evidentes las relaciones de poder que se ejemplifican con cada uno de los personajes que aparecen en la novela. La multiplicidad de relaciones conlleva un ejercicio del poder entre éstos, razón por la que decidimos centrarnos en las figuras principales de la historia.

Según Michel Foucault, el poder surge de una diversidad de relaciones propias del entorno donde se llevan a cabo y que constituyen una organización en la que los enfrentamientos constantes provocan transformaciones. Dichas relaciones se refuerzan o se invierten formando un sistema, o aislándose unas de las otras con la ayuda de estrategias que las hacen efectivas, “[…] y cuyo dibujo general o cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de la ley” (Foucault, Historia de la Sexualidad, 113-114) en los dominios sociales.

Según el Diccionario de Estudios Culturales Latinoamericanos, el poder es una “forma de acción no sólo sobre los cuerpos, sino también sobre los sentidos propuestos, los significados afirmados, las imágines valorizadas, los deseos proyectados al futuro […] es fuerza y relación. Es una relación de fuerzas. Es fuerza en relación con otras fuerzas, energía actuante que recorre el campo social de un punto a otro” (“Poder”).

En Vigilar y castigar, Foucault expone que con el paso del tiempo “el castigo ha cesado poco a poco de ser teatro” (Foucault, Vigilar 16). Retomando esta noción de “teatro” que se le atribuye al castigo en sus inicios, la crucifixión de Jesús se convierte en una puesta en escena plena de teatralidad teniendo el firme propósito de servir como un espectáculo moralizador que atraiga a feligreses, además de propiciar el aumento de poder de la religión católica-cristiana y, por lo tanto, de su respectivo Dios: “Si cumples bien tu papel, es decir, el papel que te he reservado en mi plan, estoy segurísimo de que en poco más de media docena de siglos, aunque tengamos que luchar, yo y tú, con muchas contrariedades, pasaré de dios de los hebreos a dios de los que llamaremos católicos” (Saramago: 405).

A.J. Greimas menciona en Semántica estructural el modelo que conocemos como actancial, el cual determina a través de funciones la relación entre personajes (actantes). En este libro se menciona que las funciones en la oración son papeles representados por las palabras, donde el sujeto es alguien que realiza la acción, y el objeto, quien la sufre (Greimas: 265). Sin embargo, es importante situar algunos ejemplos dados por el autor referentes a la noción de “sujeto” y “objeto”. Él propone algunas categorías para el relato La Quête du Saint- Graal y la siguiente tabla expone su ejemplo comparándolo con el que sugerimos para interpretar la relación de poder entre los personajes mencionados.

Figura 1.

Dios es el sujeto que va en busca de la ampliación del poder (objeto), el cual es, a su vez, objeto de deseo y objeto de comunicación (Greimas: 273). A su vez, Jesús es la vía o el destinador de ese poder que permitirá, a través de su sacrificio, llegar a Dios (destinatario), logrando un imperio religioso. Esto se puede visualizar en la obra de Saramago cuando Dios le da ejemplo a Jesús de la maleabilidad del hombre para usarlo como instrumento para su beneficio: “Serás la cuchara que yo meteré en la humanidad para sacarla llena de hombres que creerán en el dios nuevo en el que me convertiré […]” (Saramago: 407).

Antes de encontrarse por vez primera con Dios en el desierto, Jesús muestra un libre pensamiento, más allá de la ideología religiosa – que él muy bien conoce−, apegándose a sus propias convicciones: “Entonces Jesús, como si una luz hubiera nacido dentro de él, decidió, contra el respeto y la obediencia, contra la ley de la sinagoga y la palabra de Dios, que este cordero no morirá, que lo que le había sido dado para morir seguirá vivo […]” (Saramago: 273). Jesús podría haber continuado con esta mentalidad, guiando sus acciones bajo un libre albedrío, pero la proposición de una mayor gloria lo lleva a someterse bajo el yugo de la figura de Dios donde “se hace la aceptación de lo prohibido, el punto en el que se dice sí o no al poder, hasta tal punto que para dar cuenta del ejercicio de la Soberanía se supone […] la renuncia de los derechos naturales” (Foucault Poderes y estrategias 116).

Al mismo tiempo en que lo anterior sucede, Dios fortalece su estado de soberanía al no otorgar toda la información del pacto: “Lo sabrás cuando llegue la hora de que te llame otra vez” (Saramago: 28); tomando el control de ella y así estipular el tiempo y las condiciones en que la revelará a Jesús. Así vemos cómo “el poder se articula directamente sobre el tiempo; asegura su control y garantiza su uso” (Foucault Vigilar 164).

En el modelo actancial de Greimas, podemos advertir también otra categoría denominada “adyuvante”(1) vs “oponente”(2), en la cual se reconocen dos esferas de acción, con dos funciones distintas:

“1. Las […] que consisten en aportar la ayuda operando en el sentido del deseo, o facilitando la comunicación.

2. Las […] que, por el contrario, consisten en crear obstáculos, oponiéndose ya sea a la realización del deseo, ya sea a la comunicación del objeto” (Greimas: 273).

Foucault menciona que “donde hay poder, hay resistencia, y […] por lo mismo […] ésta nunca está en posición de exterioridad respecto al poder” (Foucault Historia Sexualidad 116). Más adelante, cuando Jesús conoce todas las cláusulas del trato, podemos observar cómo comienza a tomar una actitud contraria a los designios de Dios, al estar en desacuerdo con ellas. En esta muestra de resistencia podemos retomar el modelo de Greimas y ver a Dios como un facilitador de la comunicación (adyuvante) y a Jesús como obstaculizador (oponente) de la misma. Sin embargo, Dios le hace notorio que está subordinado a su dominio, y tiene un objetivo preestablecido al que no puede renunciar:

Has sido elegido, no puedes elegir, Rompo el contrato, me desligo de ti, quiero vivir como un hombre cualquiera, Palabras inútiles, hijo mío, aún no te has dado cuenta de que estás en mi poder y de que todos esos documentos sellados […] podían llevar una sola cláusula, Todo cuanto la ley de Dios quiera es obligatorio, las excepciones también, ahora, hijo mío, siendo tú […] una excepción, acabas siendo tan obligatorio como es la ley, y yo que la hice (Saramago: 406-407).

Al final de la obra, Jesús muestra un último intento de oposición en el cual decide ir en contra de la voluntad de Dios, llamándose a sí mismo “rey de los judíos”, ocupando el lugar de un simple hombre y no el de hijo de una divinidad. No obstante, termina cediendo a los deseos de éste:

[...] de pronto el cielo se abre de par en par por encima de su cabeza, y Dios aparece, vestido como estuvo en la barca, y su voz resuena por toda la tierra diciendo, Tú eres mi Hijo muy amado, en ti pongo toda mi complacencia. Entonces comprendió Jesús que vino traído al engaño como se lleva al cordero al sacrificio, que su vida fue trazada desde el principio de los principios para morir así (Saramago: 489-490).

A pesar de que lleva a cabo su intento de resistencia, resulta ser la culminación de un efecto de dominio por parte de Dios al aparecer y reconocerlo como su hijo, en donde “todos los modos de dominación, de sumisión […] se reducirían en suma al efecto de obediencia” (Foucault Historia Sexualidad 104).

El Evangelio según Jesucristo es un manifiesto del poder que la religión católica ganó con el sacrificio de un hombre que dio su vida en nombre de Dios; la intención: hacerle ver a las personas que la muerte de Jesús ha sido para abrir las puertas del cielo, para salvarlas. Como diría Foucault sobre la política, ¿la religión podría considerarse como una continuación de la guerra por otros medios para la búsqueda de poder? Sin duda alguna. Según lo presenta Saramago, el plan de Dios tiene como objetivo lograr la supremacía religiosa, expandir su poder más allá de las tierras judías y ser la deidad única y absoluta.