Hace un par de años se reactivó el magnífico programa de teatro escolar en donde las escuelas primarias y secundarias tienen acceso a funciones de teatro gratuitas, y es un gran acercamiento a este arte para los niños y jóvenes de todos los estados. Es, para muchos, el primer vistazo a una obra teatral y es justamente lo que el programa pretende.

Personalmente pienso que no hay nada más acertado por parte de la Secretaría de Cultura, para generar un impacto social, que este programa, y es que la infancia es el momento indicado para incidir en la población, no sólo en este tema sino en todos.

Cuando yo era un niño, tuve mi primer acercamiento al teatro gracias al programa de teatro escolar con la puesta en escena llamada “Vieja al último”, con la actuación de Marcela Morán. Con ella me tocó ver por primera vez abrirse un telón, en medio del espacio ver un lugar todo blanco y una escalera al centro del escenario, ver entrar a un tipo con una media máscara... En realidad, no recuerdo de qué trataba el montaje, sólo recuerdo lo mágico que fue que esos dos individuos sobre el escenario me hipnotizaran sumados a unas grandes mojigangas. Años después, vi “La venganza del gato Boris” con la actuación de Paola López. Era una obra con intervenciones operísticas (por lo menos eso recuerdo), y una escenografía que cambiaba constantemente.

Gracias a este programa de teatro es que orgullosamente puedo decir que me dedico a este arte. ¡Cómo no enamorarse de esa magia, fantasía y misterio que me transmitieron en aquellos tiempos! Era sorprendente ver cómo se desarrollaba una historia frente a mis ojos, sin necesidad de un televisor o una pantalla de cine, era mágico, sorprendente.

Ahora que veo las funciones de teatro escolar abarrotadas me pregunto cuántos de los pequeños espectadores llegarán a enamorarse de este arte; a cuántos, en 10 o 15 años, veré montados sobre un escenario haciendo lo que a ellos también los enamoró.

Esto, aparte de ser un gran acierto, es una gran responsabilidad puesto que con ello puede llevarse un buen mensaje a la sociedad infantil. Soy de la creencia que el teatro puede cambiar vidas o días (dependiendo la puesta).

Para participar como artista dentro del programa se abre una convocatoria año con año en la que se suman miles de propuestas para ser elegidas. Sin embargo, sólo las mejores o las más viables quedan dentro de él. Múltiples grupos compiten para quedar elegidos como el grupo o compañía que llevará a cabo la puesta en escena la siguiente temporada.

Ahora, pasemos al lado negativo y triste de todo este asunto. Es bien sabido por toda la comunidad teatral que participar como artista dentro del programa deja buena remuneración económica y, por lo tanto, existen a lo que llamaré “parásitos” que se encargan de quitarle todo lo lindo y positivo a dicho programa. Y es que, viendo la posibilidad de generar un ingreso económico bastante bueno, entorpecen los procesos creativos y, al parecer, olvidan el objetivo del programa: los niños.

Con la posibilidad de ganar dinero, les preocupa más la cuestión económica que la labor tan importante que tienen con su público y que puede cambiarle la vida a su espectador; por esta razón es que desaparecen dichos programas. Es bien sabido que las fuentes de empleo para gente dedicada al teatro son escasas, y la situación económica es difícil, pero no por esta razón debería de perderse el objetivo: la misión artística termina cuando es completamente monetaria. Es fundamental que los artistas montados sobre el escenario sepan que no están allí sólo para ser vistos, sino que llevan consigo una gran responsabilidad.

//Sería bastante bueno que se capacitara a los partícipes de dichos programas para hacerlos conscientes de la misión que tienen y que no sólo es una cuestión artística, también es una cuestión social,

pues, a diferencia de otros programas o temporadas, éste tiene un objetivo muy claro y desinteresado.

Los invito a propiciar que las escuelas de sus pequeños familiares sean colaboradores del programa. Y, aunque no tengan hijos o sobrinos, dense una vuelta para apreciar las obras que se presentan dentro del marco del programa de Teatro Escolar.

Me gustaría concluir con una frase que me ha seguido por muchos años. Entre la gente de teatro existe un dicho que dice: “El teatro es como una mujer celosa”, y yo me enamoré de ella el día que por primera vez escuché la primera llamada.