¿Existe vida después de una violación? Querida lectora, ésta es una carta abierta para decirte que sí, que después de una agresión sexual una puede sanar, se puede seguir con la vida y que, aunque no será fácil, algún día podrás despertar y decir “ya no siento miedo”. Cuánto tiempo te llevará curar las heridas, la verdad es que no lo sé, a mí me llevó años. Puede que a ti te lleve meses o incluso menos, cada mujer tiene su propio proceso, pero quiero decirte que no estás sola y que no ha sido tu culpa.

Recientes movimientos en redes sociales han puesto en la discusión pública la violencia sexual que vivimos las mujeres de forma cotidiana, a través de los hashtag #MeTooMx #MiPrimerAcoso #RopaSucia #YoNoDenuncioPorque. Miles de usuarias de internet han compartido las agresiones sexuales que han vivido y han mostrado cómo ningún espacio es seguro para las mujeres, pues uno de los primeros lugares en donde se cometen abusos sexuales es en el interior de la familia. La escuela, el trabajo y el transporte público son espacios que tampoco son seguros y donde las mujeres han buscado distintas estrategias para cuidarse. Pero también se demostró que nuestra sociedad sigue responsabilizando a las víctimas y no a los agresores, por lo que aún queda un largo camino por recorrer para prevenir y erradicar la violencia hacia las mujeres; sin embargo, este tipo de manifestaciones muestran que no estamos solas, y que hay muchas mujeres creando redes para escucharse y acompañarse en diferentes procesos, ya sean de denuncia o de contención emocional, o compartiendo experiencias que han sido obligadas a silenciar.

Ante la cultura de la violación en la que vivimos que obliga a las mujeres a silenciar sus experiencias a través de distintos mecanismos de control social, muchas han encontrado en la literatura la forma de expresar sus experiencias y a encontrar una voz propia que les ha sido negada. Además, la poesía es el espacio donde, como afirma Consuelo Meza Márquez, se genera un nuevo discurso desde el propio cuerpo de las mujeres, creando una conciencia y un lenguaje sexuado femenino.

// La poesía se convierte en el territorio simbólico donde las mujeres visibilizan su experiencia y, por lo tanto, las muestra en el mundo social.

En consecuencia, la poesía escrita por mujeres sobrevivientes de violencia sexual es revolucionaria, pues rompe con las barreras culturales que a lo largo de la historia ha silenciado a miles. Es un forma de decir no estás sola, pero es también una herramienta mediante la cual muchas han podido procesar sus emociones y sanar sus heridas.

Rupi Kaur es una poeta india que radica en Canadá. En su poemario Otras formas de usar la boca narra los diferentes episodios de violencia sexual que experimentó desde la infancia; habla también de las enseñanzas que recibió acerca de lo que debe ser una mujer, y como éstas evitaron que durante mucho tiempo identificara los abusos. Escribe sobre el proceso terapéutico que llevó y cómo es que su voz fue silenciada muchas veces.

Kaur acompaña sus crudos y sinceros poemas con bellas ilustraciones hechas por ella misma en el primer capítulo del libro titulado “El dolor”. Hace un recorrido por la tristeza, pero de una forma sencilla, casi familiar. Es como hablar con tu mejor amiga de lo que te ha pasado, interactuar con alguien que sabe perfectamente el caos emocional que sientes y causa tanto desconcierto a los que están a tu alrededor, pero va contigo de la mano y te muestra que puedes transformar el dolor. Te muestra, además, que ya no volverás a ser la misma porque ahora eres más fuerte por darte la oportunidad de sentir dolor, rabia y miedo, porque al sentirlos y expresarlos no dejarás que te dominen. No volveremos a ser las mismas porque ahora sabemos que no estamos solas.

En “El amor” nos devuelve la esperanza narrando todas las formas de bondad y empatía que existen a su alrededor, como el amor de su madre. Habla también de la esperanza que trae el enamorarse de alguien que entiende y no le asustan tus cicatrices, del deseo sexual y cómo este se transforma. Nos invita a repensar el amor porque el amor nunca querrá hacerte daño… porque el amor sabe que la vida ya ha sido bastante difícil. Nos cuenta, además, del largo camino que hay que recorrer para conocerse y amarse a una misma, que este recorrido no es fácil, pero vale la pena.

“La ruptura”es un retrato sincero por la herida que deja separarse de alguien que has amado, de la falsa felicidad que trae permanecer con alguien por costumbre donde ninguno de los dos quiere irse, así que siguen rompiéndose y llamándolo amor, pero ahora se han hecho tanto daño que lo mejor es tomar caminos separados. No maquilla el dolor que traen los cambios, pero tampoco las nuevas posibilidades de vida, no busca culpables en los dramas amorosos, muestra las responsabilidades de cada una de las partes y nos muestra lo difícil que es reconocerse capaz de dañar a otra persona, así que nos da una lista de tips para vivir el proceso.

En el capítulo “La cura” comparte cómo a través de la escritura se permite sentir que a veces evitamos a toda costa el sufrimiento, pero éste se va acumulando de experiencias pasadas hasta que un día explotamos y tenemos que volver a armarnos como un rompecabezas. Seguramente nos llevará tiempo, muy probablemente no siempre será agradable, pero encontraremos la manera de curarnos y de volver a florecer.

Por último, nos invita a crear lazos con otras mujeres, a ayudarnos mutuamente a florecer y desaprender la idea de que nacimos siendo enemigas. Ésta es una invitación a construir una nueva utopía, a crear un mundo donde nada pueda lastimarnos, pero dado que éste es un mundo bastante violento, primero tenemos que fortalecernos entre nosotras mismas. No estamos solas.