Un viejo y romántico tango afirma que “fumar es un placer genial, sensual [...]”, palabras que resumen algunos de los atractivos que los fumadores experimentan cuando encienden un cigarrillo. Al respecto, se puede hacer la siguiente pregunta: ¿por qué los fumadores encuentran placer con el consumo del tabaco? Las respuestas a lo anterior son diversas. Peter Rühmkorf, poeta de Hamburgo, señala que el fumar produce “la apariencia de creación y la ilusión de productividad”. El profesor italiano Luban Plozza afirma que para los amantes del cigarro,

// “el fumar representa un gesto simbólico, un rito durante el cual el fumador confirma su autonomía, su libertad y su autoridad”.

Pero, al margen de la respetable opinión de estas personas, si usted, amable lector, pregunta a los fumadores por qué fuman, posiblemente le dirán que porque “se sienten bien” cuando lo hacen, o porque el cigarro “los tranquiliza”. En efecto, se ha postulado que dosis bajas de nicotina permiten al fumador mayor capacidad de raciocinio y de concentración. Además, el consumo crónico de esta sustancia (dosis altas) produce efectos sedantes, ya que bajo el efecto de la nicotina disminuyen las tensiones musculares y la agresividad, y los cambios en el estado de ánimo se vuelven más suaves y, en apariencia, los dolores son más soportables.  

Conviene señalar que desde hace muchas décadas, el cigarro o tabaco es la droga cotidiana de la que se usa y abusa, en plena legalidad y con la aceptación de la familia y de la sociedad. Se alude al tabaco como droga porque una vez que se adquiere el hábito, genera dependencia. La adicción se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo del cigarro, a pesar de las consecuencias nocivas para la salud. Debe señalarse que el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA-USA) reporta que hay más de 7,000 sustancias químicas en el humo del tabaco y, de éstas, la nicotina es el principal componente adictivo que actúa en el cerebro. Al fumar, esta sustancia es absorbida con rapidez en los pulmones y llega al cerebro a los 10 segundos de haber sido inhalada. Comparativamente, la cafeína contenida en una taza de café requiere de unos 30 minutos para ejercer sus efectos estimulantes cerebrales. Además, al inhalar el humo del tabaco, el fumador consume entre 1 y 2 miligramos de nicotina por cigarrillo.

En nuestro país, fumar ha sido una costumbre de muchas personas (jóvenes y viejos, ricos y pobres) que se ha mantenido a través de los años. En efecto, a mediados del siglo pasado, cigarros como los “Faros” y los “Carmencita” fueron famosos y muy consumidos entre la población de recursos económicos bajos. Era común ver que albañiles, carpinteros o tenderos hicieran una pausa en su jornada de trabajo para encender y fumarse un cigarrillo. A su vez, en las esferas de la alta sociedad, el tabaco se consumía en pipas o en cigarros de “mejor calidad” con su respectiva boquilla. La imagen del célebre músico Agustín Lara con su cigarrillo en la boca tocando el piano, aún se puede apreciar en películas de nuestro cine o en las portadas de aquellos grandes discos de acetato.          

Actualmente, esta costumbre sigue viva y ha permeado entre los estudiantes y maestros de educación media y superior de nuestro país. Información al respecto es fácil de encontrar en el internet usando las palabras claves “tabaquismo en México” y “universitarios”. En este contexto, la Clínica contra el Tabaquismo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señala que los estudiantes de nivel superior de México fuman de 5 a 7 cigarros por día y, además, identifica a la ansiedad y al estrés como las causas más frecuentes que inducen a los jóvenes universitarios a que inicien o incrementen su hábito de fumar. Conviene señalar que a fines de marzo del año en curso, en una conferencia impartida en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, la Dra. Guadalupe Ponciano Rodríguez, directora del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo de la UNAM, señaló que en Aguascalientes el índice del tabaquismo (26.5%) supera la media nacional (21.5%) y que en nuestra entidad la proporción de jóvenes fumadores es la misma entre hombres y mujeres.

Conviene aclarar que no todo es placer cuando se fuma ya que los efectos nocivos derivados del consumo del tabaco han sido bien documentados. En efecto, Horacio Rubio, director de Atención Médica de la Dirección General de Atención a la Salud de la UNAM, recientemente declaró que en México más de 40 mil personas mueren cada año por enfermedades asociadas al tabaquismo. A su vez, la Dra. Nora Volkov, directora del NIDA-USA, afirma que fumar daña a casi todos los órganos del cuerpo, causa muchas enfermedades y afecta la salud general del fumador. También señala que la nicotina es la causa principal del poder adictivo del tabaco, aunque el humo del cigarro contiene muchas otras sustancias peligrosas como el alquitrán, el monóxido de carbono, el acetaldehído y las nitrosaminas.

En este contexto, en las intoxicaciones leves ocasionadas por el abuso del consumo de tabaco (fin de semana en un antro o convivio con los amigos en reunión familiar), la nicotina puede estimular la respiración y generar náusea, dolor de cabeza, aumento de la frecuencia cardiaca y de la presión arterial. A su vez, en la intoxicación crónica (tabaquismo) se presenta la farmacodependencia asociada a manifestaciones patológicas como las enfermedades del corazón y de los pulmones. Por ello, en las personas habituadas al cigarro es frecuente encontrar bronquitis crónica y enfisema pulmonar. Al respecto, se ha establecido que algunas sustancias irritantes presentes en el tabaco (amoniaco, aldehído fórmico, fenol, etc.) dañan estructuras pulmonares y son responsables de las alteraciones en la mucosa respiratoria que comúnmente se observan en los fumadores, como la disminución de la actividad ciliar en bronquios y bronquiolos.

Sin embargo, el mayor riesgo del tabaquismo es su relación con el aumento en la frecuencia del cáncer pulmonar, ya que al fumar se producen compuestos carcinógenos como el benzopireno. Además, el hábito de fumar también está asociado con el cáncer de la boca, faringe, laringe, esófago, estómago, páncreas, riñones y vejiga. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el tabaquismo es el factor de riesgo que por sí solo provoca un mayor número de casos de esta enfermedad y a nivel mundial causa aproximadamente 22% de las muertes por cáncer y un 90% de las muertes por cáncer de pulmón. El riesgo de padecer estas enfermedades también aumenta para los fumadores pasivos, es decir, los que inhalan el humo del cigarro emitido por los fumadores activos. De esta manera, el NIDA-USA reporta que la inhalación pasiva del humo de los cigarros causa aproximadamente 3,000 muertes anuales por cáncer pulmonar y contribuye a más de 35,000 muertes relacionadas con enfermedades cardiovasculares.      

Como ya se mencionó, la exposición crónica a la nicotina genera adicción, una situación caracterizada por el abuso en el consumo de esta droga y por los cambios neuroquímicos que aparecen en el cerebro.

//Catalogada como una enfermedad (OMS), la adicción al tabaco es uno de los males más extendidos a nivel mundial. De hecho, dejar de fumar, una cuestión que se reduce a apagar el último cigarrillo y no volverlo a encender, representa un serio problema y una odisea para los fumadores que abandonan este hábito.

En este contexto, las investigaciones realizadas sobre la adicción al tabaco indican que la nicotina activa los circuitos del cerebro que regulan los sentimientos del placer, también conocidos como vías de gratificación. Asimismo, se ha identificado a la dopamina (neurotransmisor) como una de las sustancias del cerebro implicada en el deseo de consumir nicotina.

Finalmente, la suspensión del consumo de tabaco es seguida por un “síndrome de abstinencia” que puede durar varios meses. Los síntomas de este síndrome incluyen: irritabilidad, ansiedad, deseos vehementes por fumar, un déficit cognitivo y de atención (aturdimiento), alteraciones del sueño y aumento del apetito. Estos efectos adversos impulsan a los fumadores a volver a consumir tabaco. Por ello, Mark Twain acuñó la siguiente frase: “Dejar de fumar es algo muy fácil, yo lo he hecho cien veces”. Mayor información sobre este tema lo puede encontrar en NIDA, www.drugabuse.gov.