Un grupo de emprendedores jaliscienses logró la conversión de un motor de diésel a eléctrico y su inserción en un autobús urbano de transporte público, siendo el primero en su tipo en el país.

El proyecto requirió de una inversión de cuatro millones y medio de pesos, proporcionados por el Programa de Estímulos a la Innovación (PEI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), y es de gran importancia debido a las actuales necesidades de alternativas más ecológicas en la movilidad urbana ya que se trata de un transporte que no produce emisiones de ningún tipo.

// Alfonso Hernández Olmos, responsable del proyecto, señala que se trata de rescatar camiones usados con motor a diésel para aprovechar la infraestructura existente, lo cual representa una considerable disminución en el costo de autobuses con esta nueva tecnología.

Adquirir un camión nuevo con estas características ronda los diez a doce millones de pesos. En comparación, el precio de un camión normal a diésel ronda el millón de pesos, más los cuatro y medio mencionados anteriormente en la conversión, implica una inversión inicial que se recuperaría en aproximadamente cuatro años, esto con base en un estudio realizado por un grupo de expertos de la Universidad Autónoma de Guadalajara.

Este adelanto supone una ventaja enorme para todos los involucrados, ya que usualmente el 70% del costo de operación de un camión urbano de transporte publico corresponde al gasto de combustible. Con esta nueva tecnología, los costos de operación para los propietarios o concesionarios del servicio pueden disminuir lo suficiente para que se brinde un servicio con cuotas más económicas a la población, conservando un buen margen de ganancia y, sobre todo, reduciendo los niveles de contaminación.

Por otra parte, los motores a diésel generan un ruido de 85 a 90 decibeles, el cual ya genera afecciones a la salud, aunado a que se trata de una fuente de calor de 100 grados centígrados a una distancia de apenas un metro del chofer, que además se ocupa de hacer los cambios y al mismo tiempo cobrar a la gente que ingresa al autobús. En el motor eléctrico, la temperatura no sube de los 50-60 grados, no hace ruido y se maneja como automático, señala Hernández Olmos.

El motor VLT, de 340 caballos de fuerza y 250 kilovatios, acompañado de una batería de litio que le otorga una autonomía de 60 kilómetros a velocidad de hasta 100 km/h que se adaptó al camión, mueve directamente la tracción; esto es, que el torque es manejado directamente desde el eje del motor, lo cual aporta ahorros extra al eliminar muchas piezas de transmisión que requerirían mantenimiento constante.

Otra de las innovaciones de esta adaptación es que se implementó un sistema que funciona como motor al acelerar y como generador al frenar, haciendo que gran parte de la energía gastada regrese.

La conversión se llevó a cabo en un autobús usado Mercedez Benz modelo Boxer 50 2003, y tardó seis meses en concluir. Ya se han efectuado algunas pruebas con resultados favorables, sin embargo restan algunas pruebas más y determinar el tipo de baterías de litio que utilizará. Al momento, se piensa ofrecer dos tipos de batería según los requerimientos del cliente: una que recarga en menos de 15 minutos y otra, en aproximadamente 35, aunque se contempla la utilización de baterías de carbono que se encuentran en desarrollo para un rendimiento más económico, rápido y limpio que el litio.

Las opciones son muchas y se abre la posibilidad de adecuar los componentes del autobús según la ruta y uso correspondientes. Actualmente, un motor eléctrico requiere de revisión cada 200 mil km aproximadamente, mientras que uno a diésel, cada 15 mil o 20 mil km.

Adicionalmente, ya se encuentran en negociaciones con clientes potenciales especialmente en el sector del transporte público, ya que el uso de vehículos cero emisiones soluciona varios problemas del sector.

// Aproximadamente a partir de agosto se iniciará su comercialización a nivel nacional, buscando la colaboración con los gobiernos estatales para la adquisición de las unidades y trabajando en una reestructuración de las rutas existentes, esto debido a que será necesario implementar políticas públicas que aborden la instalación de cargadores, entre otros asuntos.

Sin embargo, el uso de este tipo de tecnologías no sólo es una alternativa viable sino fundamental e imprescindible para incidir en el mejoramiento del medio ambiente urbano gravemente deteriorado de las ciudades de nuestro país.