Cuando niña, escuché en varias ocasiones que un emperador de China dijo alguna vez que si todos los habitantes de su imperio saltaran en el mismo momento, la Tierra temblaría. En otras versiones de la historia, el emperador aseguraba que moverían a la Tierra de su eje. La historia me pareció fascinante, me hizo pensar que una agrupación de personas era considerablemente fuerte y que podía organizarse para hacer cosas que nadie podría hacer por cuenta propia (incluso hacer temblar al planeta o moverlo de su eje).

Para bien o para mal, la física y algunos interesantes experimentos sísmicos han mostrado que esto es falso, que el salto de millones de habitantes a un mismo tiempo no causaría un temblor ni empujaría a la Tierra fuera de su órbita. Pero la idea de fondo permanece, y es que podríamos hacer cosas impresionantes si los esfuerzos de muchos se concentraran en pos de un mismo fin.

Para que distintas personas actúen para llegar un mismo fin se necesita o de una fuerza externa que los obligue a actuar o de un alto grado de convencimiento que los lleve a actuar por cuenta propia, que puede ser resultado de una deliberación. Nuestro sistema democrático² es, en una visión general, un método para que la toma de decisiones concierna a todos los que se verán afectados por dichas decisiones, esto en un ambiente de igualdad (la opinión³ de cada persona cuenta por igual); naturalmente, la libertad es necesaria para que esas opiniones puedan ser expresadas.

//Para que la democracia sea posible, pues, es necesario que se consideren distintas opiniones y se llegue, a partir de ellas, a un acuerdo. La pluralidad de opiniones es deseable en tanto que nos evita caer en la parcialidad, tener sólo un punto de vista, responder a las necesidades o deseos de minorías.

La pluralidad, como opuesta al totalitarismo en la política, es defendida por Arendt a lo largo de sus obras; en palabras de la doctora Claudia Galindo: “La noción misma de pluralidad, dice Arendt, implica dejar a un lado la idea de verdad única y aceptar la fuerza de un abanico de opiniones. El aspecto relevante es que opiniones diversas abren la posibilidad de entablar la discusión de temas; en este punto, el diálogo se nutre con la mejor capacidad argumentativa”.⁴

Volviendo a la historia del salto de los chinos, podría ser el caso de que todos decidieran, después de una deliberación, que era deseable saltar a un tiempo. Suena complicado, por supuesto, pero ahora imaginemos que dicha deliberación se hace por medio de alguna red social que coordina y reúne a millones de personas para dicho salto. Esta red social, entonces, fungiría como una herramienta bastante útil en la toma de decisiones y la organización de ese grupo. De la misma forma, una coordinación y reunión de fuerzas es posible para casos más urgentes.

Es incuestionable que los medios de comunicación tienen una enorme influencia en nuestras vidas. Algunos años atrás no podíamos imaginar que algo así como el internet fuera a surgir, ni el impacto que tendría en tantos aspectos de nuestro día a día.⁵

En efecto, el internet en general y las redes sociales en particular son una herramienta importante, podrían servirnos para fortalecer la democracia; nos permiten informarnos, expresar nuestras opiniones, debatir, llegar a acuerdos… Todo esto potencialmente.

Y es que en un dispositivo con internet no sólo tenemos acceso a una cantidad de información increíblemente mayor a la que generaciones pasadas tuvieron, también tenemos acceso a una cantidad –también enorme– de entretenimiento.

Hay quienes sostienen que estos medios de comunicación e información son dañinos para la sociedad porque socavan las problemáticas sociales y disminuyen el interés en los asuntos públicos. En los años noventa, en Alemania, la doctora Holtz-Bacha llevó a cabo un experimento que señaló que grandes dosis de entretenimiento proporcionadas por la televisión podían influir negativamente en la participación política de los individuos y alienarlos.⁶ No pasaba lo mismo si los sujetos se exponían a grandes cantidades de tiempo de noticias u otros programas informativos. El problema no era la exposición a la televisión en sí, sino el contenido.

// Internet, como sabemos, es muy distinto a la televisión. Permite a quien lo utiliza elegir el contenido que desea ver. La responsabilidad recae en el usuario, quien en muchas ocasiones prefiere pasar horas de entretenimiento, a dedicar tiempo a informarse sobre las problemáticas que enfrentan tanto su pueblo como otros.

Además de esta clara preferencia general por el entretenimiento, nos encontramos con que si alguno desea buscar información, se enfrenta a un bombardeo de encabezados sensacionalistas, problemáticas, causas… en fin, una cantidad tal de información que con dificultad será capaz de priorizar, comprometerse y seguir alguna de las problemáticas que encuentre. La pregunta, pues, es cómo enfrentamos la apatía del primer caso y el aturdimiento del segundo.

Podemos encontrar un esbozo de respuesta en los cursos sobre pensamiento crítico que buscan dar las herramientas y desarrollar las habilidades necesarias para que cada individuo sea capaz de discernir entre toda la información que recibe a diario. Pero también necesitamos combatir la indiferencia, la tendencia a preferir el entretenimiento sobre la movilización.

Como universitarios, estamos frente a un reto desafiante, pues no sólo debemos buscar soluciones a estos problemas de la categorización y priorización de las múltiples problemáticas que se nos presentan y el combate a la indiferencia, también debemos traducir esas soluciones a nuestras prácticas, en el uso que le damos a estos medios.

El internet y las redes sociales tendrán un impacto positivo en nuestra sociedad democrática cuando los usemos para informarnos, para expresar nuestras opiniones, para generar diálogos y llegar a acuerdos, para priorizar y atender, juntos, las problemáticas que enfrentamos.

Es hora de cuidar que esta herramienta no se vuelva contra nosotros. Como usuarios, tenemos el poder de decidir el papel que le damos a esta nueva tecnología. Seguramente no moveremos al planeta de su eje, pero con algo de suerte, lograremos mejorar aspectos importantes de nuestras vidas, como comenzar a construir una sociedad más plural y más justa, por ejemplo.