Director-guión: Robert Eggers, Estados Unidos, 2015.

La Bruja es una película que depende totalmente de la inmersión del espectador en las escenas para que éstas sean únicas y las pueda recordar durante mucho tiempo. Su estructura difiere de la que tienen las películas de terror actualmente, lo que puede evitar llegar a una mayor audiencia. Esto es lamentable pues se deja de disfrutar de una película que es más que recomendable.

// Hoy en día, las películas de terror están basadas en el miedo fundado en la sorpresa y en las imágenes concretas de los fenómenos paranormales.

Los entes desconocidos pasan de ser producto de la imaginación del expectador a ser representaciones que muchas veces desilusionan por la expectativa creada de manera subjetiva de lo que podría ser tal bestia o ser paranormal. Pareciera que conforme uno va creciendo en edad es más difícil que una película nos pueda dar miedo, como si aquello que tememos se fuera haciendo cada vez más subjetivo con base en las experiencias de cada persona.

// Es por esto que muchas películas de terror son lanzadas a un público adolescente, en quienes la sorpresa puede ser suficiente para que la consideren como buena, aun siendo escueta o carente de objetivo además de mostrar escenas sin sentido dentro de la historia misma. En otras palabras: se paga por ver al antagonista y por el miedo que nos provoca, pero no por comprender la razón para temerle.

Hay otro tipo de terror que se puede dar y que muy pocas películas logran por la combinación de elementos internos (tema de la película) y el contexto en el que se producen (sociedades conservadoras o católicas casi en su totalidad). En su momento, lo hicieron así la película El Exorcista o el Bebé de Rosemary. Éstas impactaron fuertemente en los expectadores. Actualmente, películas como Insidious nos hacen experimentar en una primera parte el miedo al fenómeno, pero en una segunda parte, presenciamos un viaje paranormal que ya no es terrorífico. Lo desconocido es acomodado dentro de nuestro mundo lógico y por eso ya no da miedo, porque lo hemos asimilado como algo que se encuentra bajo el control humano.

// La Bruja trata el terror de otra manera, evitando imágenes que caerían en el cliché cuando se habla de brujas o seres que tienen tratos con el demonio. Tampoco se engancha del clásico “basado en hechos reales” más allá de que la película se construyó con recopilación de información de la época en que está situada (en los años 1600 con un Estados Unidos inexplorado en su mayoría).

Dicha época es representada por una familia que es exiliada al inicio de la película por la creciente terquedad de un padre que lo único que quiere es el perdón de Dios, describiéndose a sí mismo como un pecador que nunca dejará de pecar, al igual que su familia. Mientras la historia se desenvuelve, irán brotando sensaciones de desconcierto ante lo que está pasando, de que los sucesos escapan del entendimiento de la situación que se está viviendo y que la desconfianza se abre lugar de una manera muy similar a la película The Thing de 1982. En ella, la paranoia es un factor importante que también encontramos aquí, aunque por la misma ambientación que ha propuesto la película, no puede ir más allá para poder conservar su constante ambigüedad, pero que cumple muy bien al interesarnos con lo que pasa con los personajes.

La familia de siete integrantes es casi lo único que veremos de presencia humana. Ellos irán presentándonos a lo largo de la película las creencias, costumbres y blasfemias de su tiempo. Los padres tienen aquí el papel de juzgar a la que podríamos llamar protagonista: Thomasin. Esta joven, a punto de convertirse en mujer, será el centro de las problemáticas de la familia y de la pérdida de dos hermanos varones. Al ignorar cómo solucionar tal situación, comienza la incertidumbre sobre Thomasin y los demás personajes. La discordia empieza a dividir a la familia, mostrando a un padre temeroso de sus actos y a una madre que sufre por la creencia de que su hijo más pequeño murió sin ser bautizado y que está, por lo tanto, condenado al infierno. De allí que está enfurecida con su hija, recalando cuando puede contra ella.

Con este escenario puesto, vienen una serie de eventos que rompen la naturalidad con que se desarrollaba la vida de esta familia. Se ven elementos que no encajan en la rutina diaria, pero que tampoco son algo desconocido. Los malos augurios, la simbología tantas veces usada en otras películas, aquí se muestran como elementos cotidianos porque justamente así se veían en aquel entonces. No necesitan usar imágenes por computadora o botargas irreales que representan a un demonio o a una bruja porque las manifestaciones se presentan con elementos de uso cotidiano. No hay otra manera de llegar a la atormentada familia que con los objetos, animales y personas que ven, usan y conviven a diario. Esto puede hacer que lleguemos a pensar que no es lo suficientemente impactante para la audiencia y para lo que se puede ver hoy en día, pero hay que tener en cuenta que para ser una película consistente debe presentar elementos y reacciones coherentes con la época en que se desarrolla la historia, con la personalidad de los personajes y con la atmosfera idónea para adentrarnos en el bosque misterioso y peligroso, en la casa oscura y acogedora y en la granja en la que podemos ver el campo abierto y la mano de obra humana sin éxito en la cosecha.

El director Robert Eggers se presenta en su opera prima mostrando experiencia en la producción de sus anteriores películas. Por lo cuidado de cada detalle, para sumergirnos en las locaciones y por la historia que él escribió basado en la información recopilada provoca ver qué es lo que hará en el futuro. Las actuaciones van de decentes a buenas y el reparto se esfuerza, lo que se nota en la tensión que puede llegar a sentirse dentro de la película, además de que la actriz que representa a Thomasin (Anya Taylor-Joy) se complementa muy bien con sus padres.

// El hecho de que la película se llame La Bruja nos presenta características básicas para el personaje que se cumplen de una manera no tan obvia. La bruja no es la señora que ríe en su caldero, la bruja es parte de los fenómenos que ocurren, del sufrimiento de la familia, de la mala cosecha y demás elementos que casi de manera inmediata se pueden relacionar con dicha bruja.

Aquí no se maneja algún problema mental como en El Anticristo de Lars Von Trier, pero sí se muestra el género de los personajes como elemento primordial para discriminar y culpar de lo sucedido a los involucrados.

Tampoco se maneja a una mujer que se basa en su instinto, que vive dentro de la naturaleza como en The Woman de Lucky McKee, pero sí se nos presenta a una mujer en contacto con el mundo verde, que comparte su vida con la naturaleza y vive para conocer el mundo bajo leyes diferentes a las de los hombres de fe.

// The Witch nos ofrece un cuento fantástico, trágico y original usando temas que hemos visto y digerido en muchas presentaciones, pero que llegan a sorprender por la sutileza con que se manejan.

Para poder entender todas las imágenes es necesario entender la mitología de tales personajes. No es una película para quien busca una experiencia que caduca con la escena final y que se olvida de ella al salir de la sala.