Tras la Declaración Universal de los Derechos Humanos al finalizar la Segunda Guerra Mundial y el acuerdo de los Estados de respetar los derechos de sus ciudadanos, la información, el acceso y generación de la misma, es un derecho fundamental en aquellos países que se precien de ser democráticos.²

//El acceso de los ciudadanos a la información es parte de la garantía y compromiso internacional de los Estados de construir democracia; por lo tanto, los canales a través de los cuales se acceda a la información, serán también mecanismos que coadyuven en la construcción de la democracia.

Un Estado que reconoce el valor de la información está fortaleciendo, además de la democracia, la identidad nacional porque da, a través de políticas claras, garantía de la preservación de su memoria.

Los archivos, las bibliotecas y los museos son y han sido repositorios y catalizadores de la memoria de los pueblos, por ello son indispensables en la construcción de la identidad y la memoria colectiva. Es, en este contexto, que los archivos son, más allá de conservadores de la memoria, catalizadores de la democracia.

En el ejercicio democrático, los ciudadanos tienen derechos y obligaciones en la participación de la vida política y social de su comunidad o país. Desde hace algunos años, la intervención de los ciudadanos en los asuntos públicos ha dado un giro importante gracias al uso de las tecnologías de la información, al surgimiento del internet y al acceso de la ciudadanía a grandes cúmulos de información. Ello ha modificado las dinámicas de participación política generando nuevos espacios y dando voz activa y dinámica a un nuevo tipo de ciudadanía: la digital.

Los ciudadanos digitales habitan espacios digitales, tienen actividades políticas y sociales a través de las tecnologías de la información, coexisten en los espacios virtuales e interactúan con otros ciudadanos generando comunidades virtuales, que son espacios de integración y generación de redes sociales. Se les llama ciudadanos porque ponen en ejercicio algunos o todos sus derechos y deberes a través de comunidades virtuales, entendiendo comunidad como: “redes de lazos interpersonales que proporcionan sociabilidad, apoyo, información, sentido de pertenencia y una identidad social”.³

La posibilidad del internet es que, si bien modifica algunas de las maneras de relacionarse, no necesariamente las altera sino que las potencializa al dar mayores posibilidades de comunicación. Pensándolo de esta manera, el internet es un elemento de cohesión de la sociedad ⁴ a través de individuos que libremente acceden a la información, construyen comunidades y participan de sus derechos ciudadanos.

//El ejercicio de la ciudadanía a través del internet es en sí un ejercicio democrático; el acceso a internet y a la información son derechos humanos. El desconectar a los usuarios, filtrar la información o negarla son violaciones a nuestro derecho a internet y a la información.

En este contexto, los archivos constituyen un elemento fundamental en la construcción de ciudadanía y ejercicio democrático, ya que son repositorios de información de interés comunitario y/o social que tienen como responsabilidad la sistematización, preservación y difusión de la documentación que constituye nuestra memoria y da identidad a la nación.

Los archivos pueden ser un catalizador en la formación de las sociedades del conocimiento si consideramos que los ciudadanos digitales son partícipes de la democracia que interactúan en comunidades virtuales, que tienen acceso a la información y participan activamente como generadores de la misma; y todo esto a través del uso de las tecnologías de la información, el problema es: ¿cómo? Los archivos tienen la información, ¿cómo se integran a estas nuevas sociedades del conocimiento?, ¿cómo se potencializan sus capacidades en el ejercicio de acceso a la información?

La creciente generación de información requiere de una correcta y eficiente gestión documental, así como la introducción de las tecnologías de la información y una correcta comunicación institucional o interinstitucional del tratamiento documental, todo esto facilitaría el acceso de los ciudadanos a la información. Como lo dice Ramón Alberch, debería existir, por parte de las instituciones y empresas responsables de la información, el: “deseo de garantizar la interconexión de las administraciones, favorecer el cumplimiento de los principios de publicidad, transparencia administrativa y participación ciudadana, preservar los derechos ciudadanos o potenciar la utilización de la información para investigación, comercio y la cultura”.⁵ De esta manera, los archivos tienen un papel catalizador, ya que tienen la capacidad de difundir e impulsar la información, la sistematización y el acceso a través de las tecnologías de la información y la comunicación.

La gestión de la documentación que se va generando día a día tiene una gran responsabilidad, ya que da como resultado una organización eficiente y correcta de la información, que a su vez cumple con su papel de preservación y permite un correcto acceso a una gran cantidad de información ya sistematizada; además, va definiendo los lineamientos de los futuros archivos históricos.

Si los ciudadanos tienen acceso a la información que se está generando constantemente, se están aplicando los principios constitucionales de acceso a la información y, por lo tanto, se está contribuyendo de manera directa en la construcción de la democracia.

Si existe el anhelo político de construir y promover sociedades del conocimiento, es necesario que se articule la idea con los elementos prácticos para que así sea. Los archivos requieren tener claridad de su función en el presente y hacia el futuro, interactuar con la sociedad, generar y catalizar sociedades del conocimiento ofreciendo su información ya sistematizada en internet a través de gestores de la información funcionales para las comunidades virtuales. Para que ello suceda, es necesario aceptar el papel tan relevante que tienen los archivos, ya sean históricos o administrativos. Esto implica un reconocimiento a los profesionistas de la información, sean archivistas, documentalistas o bibliotecónomos, y establecer proyectos claros con una visión y conciencia del ejercicio del cumplimiento de la transparencia administrativa. Y, por último, pero no menos importante, tener la sensibilización de la necesidad prioritaria de la conservación de nuestra memoria histórica.

Como ya lo mencionamos, los archivos son catalizadores de la democracia, pues impulsan y difunden información ya sistematizada y accesible. El acceso a éstos a través de las tecnologías de la información facilita que los ciudadanos digitales construyan día con día comunidades virtuales y que sean, a su vez, partícipes de las sociedades del conocimiento.

Que la sociedad del conocimiento reconozca la importancia de la información contribuye, además, a sensibilizar a la sociedad sobre la relevancia que tiene la preservación de la memoria y sobre la trascendencia que tiene el conocimiento de nuestra memoria documental como parte fundamental del patrimonio nacional.