DOSSIER
La encrucijada de los derechos humanos en la globalización contemporánea
José Carlos Luque Brazán1
Cuando cayó el muro de Berlín en 1989, un viento de esperanza recorrió todo el globo. Millones de personas celebramos con optimismo dicho evento. Una época –la de la Guerra Fría– terminaba y otra se iniciaba. En ese contexto, palabras como derechos humanos, democracia y libertad adquirieron una connotación gravitante. Lamentablemente, ese espíritu duró apenas 11 años. Los atentados del 11 de septiembre al World Trade Center de Nueva York en el 2001 dieron por concluido ese momento histórico. Se inició entonces el declive de la globalización cultural y política sustentada en la democracia y los derechos humanos. El atentado logró el objetivo de “conseguir la involución de la modernidad a fuerza de bombas y, además, empleando los medios de la modernidad globalizada” (Beck, 2001). Los años venideros confirmarían la frase del ilustre sociólogo y, en consecuencia, la caída del papel de los derechos humanos. Se impuso así una racionalidad instrumental sobre una racionalidad histórica. Asimismo, la esperanza en los valores antes señalados fueron trastocados por la corrupción y el debilitamiento de la confianza en la democracia política –la cual previamente fue ampliamente valorada– siendo golpeada en su base y rechazada por un amplio número de ciudadanos y ciudadanas en el mundo (los informes de los últimos 10 años de Latinobarómetro2 son contundentes al respecto).
// Las violaciones a los derechos humanos aumentaron exponencialmente en los Estados-nacionales de Medio Oriente y África,
pero incluso estos regímenes (Libia, Irak, Siria, entre otros) tuvieron la virtud de generar estabilidad y orden político, cualidades que desaparecieron una vez que se inició la intervención de las potencias occidentales en nombre de la defensa de los derechos humanos y las libertades de los seres humanos afincados en dichos territorios. Las consecuencias las conocemos, primero los talibanes y luego el Estado Islámico, fueron los ejes articuladores del fundamentalismo islámico y del rechazo hacia Occidente. El choque de civilizaciones profetizado por Samuel Huntington (1997) llegó a todo el globo y los atentados se sucedieron en Francia, Turquía, Siria, Irak, Rusia, España, Estados Unidos e Inglaterra (por mencionar solamente algunos casos).
// La globalización palideció como proyecto civilizatorio y sus diversas construcciones y contradicciones se exacerbaron.
Las redes sociales y las tecnologías de información fueron utilizadas por personas de distintas clases sociales, credos, religiones y grupos étnicos, pero sus aplicaciones fueron diversas. Aparecieron los drones justicieros de las potencias occidentales para castigar a los combatientes islámicos, para vigilar las fronteras y contener a los migrantes, pero no sólo eso, también fueron usados por las organizaciones criminales para optimizar sus redes de tráfico de drogas, personas y armas. La globalización dejó de ser un espacio para libertad y se convirtió en un laberinto de intereses en donde los derechos humanos languidecieron. Lo global y lo local se articularon desde lógicas ambivalentes, en algunas ocasiones para generar redes sinérgicas (por ejemplo en la primavera árabe), o para configurar bestiales lógicas de explotación humana que tienen como ejemplo paradigmático la trata de personas y el tráfico de órganos que se realiza hoy en día en México y Centroamérica.
El dato real es que actualmente nuestros derechos humanos peligran. Según el Informe Global 2015/2016 publicado por Amnistía Internacional,3 2015 fue un año catastrófico para los derechos humanos. Incluso las instituciones responsables de proteger los derechos de las personas fueron saboteadas por los gobiernos. Muestra de ello fue la Corte Interamericana de Derechos Humanos de San José de Costa Rica (CIDH), la cual fue víctima de la acción de muchos gobiernos violadores de derechos humanos que decidieron asfixiarla económicamente. México, por ejemplo, entre los años 2015 y 2016, no pagó sus cuotas voluntarias y curiosamente fue el Estado de la región con mayor número de denuncias ante esta entidad. Este dato es importante porque nos permite inferir que el asedio a los derechos humanos viene desde los gobiernos que tienen como prácticas institucionales comunes las violaciones de los derechos humanos y de sus propios Estados de Derecho.
// En este escenario, es fundamental reforzar la denuncia y el papel de los organismos internacionales defensores de los derechos humanos en medio de la crisis civilizatoria.
Mientras ello sucede, es fundamental seguir pugnando por sus valores; recordemos el ejemplo de la Plaza de Tahrir y su gente en el Cairo, durante la primavera árabe.
Notas
1 Licenciado en Antropología Social por la Universidad de Chile, Maestro en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Sede México y egresado del programa de doctorado en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Profesor-investigador del Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Correo electrónico: jose.luque@uacm.edu.mx.
2 Para mayor información se sugiere consultar la siguiente dirección: http://www.latinobarometro.org/lat.jsp.
3 El Informe Global 2015/2016 de Amnistía Internacional es contundente al respecto. Para mayor información se sugiere consultar la siguiente dirección: https://www.amnesty.org/es/latest/research/2016/02/annual-report-201516/
Bibliografía
Huntington, Samuel. El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden global, Barcelona, España, Paidós, 1997.
Ulrich, Beck. El mundo después del 11-S, Madrid, España. El País, 2001.
Latinobarómetro en: http://www.latinobarometro.org/lat.jsp.
Amnistía Internacional en: https://www.amnesty.org/es/latest/research/2016/02/annual-report-201516/.
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