La Revolución Mexicana fue un proceso histórico que marcó a nuestra sociedad de distintas maneras. Fue a través de la historiografía sobre este hecho que se influyó decisivamente en las distintas visiones surgidas a partir de su estudio. Asimismo, en el terreno académico, la Revolución mexicana es concebida de distintas formas.

Por una parte, existen los autores que la tratan como un proceso necesario para barrer con el antiguo régimen derivado del Porfiriato, en el cual la mayoría era la menos beneficiada. Este tipo de autores suelen ser contemporáneos al hecho y algunos de ellos participaron activamente junto con los principales actores de la Revolución.

Por otra parte, existen autores que la conciben como un proceso que sólo trajo caos y anarquía, desembocando en múltiples delitos. Ésta suele ser una visión más conservadora del hecho, al mismo tiempo que este tipo de autor también suele ser contemporáneo al suceso.

Finalmente, existe una generación de autores, surgida décadas después de la Revolución, que adopta una postura a favor del proceso, pero que se muestra desilusionada de sus resultados y herencia, pues consideran que más allá de influirnos con base en un anticonformismo, nos dejó una continuidad del antiguo régimen. De manera que existen autores que estuvieron a favor de la Revolución, los que estaban en contra y los desilusionados. No obstante, también se tienen visiones que muestran la dimensión total del hecho, algunos piensan que la Revolución, más que una ruptura, fue un proceso que dio continuidad a la política y economía del Porfiriato.

Con el objetivo de que el lector obtenga una criterio propio sobre este proceso y su herencia,

//es sustancial dar a conocer una panorama general sobre las distintas concepciones de la Revolución mexicana

en donde, cabe mencionar, los autores nacionales no fueron los únicos en abordarla. Como el texto es breve, sólo se mencionarán dos casos por cada concepción histórica de la Revolución.

Los que están a favor

Como se ha mencionado, existen distintos autores que expresaron su apoyo a la Revolución, por ejemplo, está el caso de Martín Luis Guzmán y Mariano Azuela, quienes participaron activamente al lado de la División del Norte encabezada por Francisco Villa. Sin embargo, estos autores se expresan a través de la novela.

Otros dos casos que nos ocupan son los de dos autores extranjeros (estadounidenses) que se dedicaron al periodismo, pero que paradójicamente algunas de sus obras se han convertido en referentes de la historiografía de la Revolución. Es importante mencionar que, a pesar de que los periodistas pueden emitir juicios de valor, cosa que el historiador no puede permitirse, esto no impidió que nos mostraran la otra cara de la Revolución, la historia de “los de abajo”.

El primer ejemplo es John Kenneth Turner, quien por su apoyo a la causa revolucionaria fue perseguido en México y Estados Unidos poniendo en peligro su vida. Originario de Portland, se desarrolló como publicista en Nueva York, sede americana de la bohemia roja, donde también destaca John Reed. Como periodista se dedicaba a escribir artículos de inconformidad política. Fue uno de los precursores de Regeneración, periódico creado por el anarquista Ricardo Flores Magón, a quien conoció en su exilio en Estados Unidos. A través de sus encuentros con Magón, Turner pudo tener una clara visión de la injusticia social vivida en el México del Porfiriato, decidiéndose a viajar al país, en donde después de atestiguar directamente la situación escribió el ensayo México bárbaro. En ese texto, Turner nos relata la situación de precariedad laboral en la que se encontraba la clase trabajadora en México, que irónicamente todavía era tratada como esclava incluyendo a niños, principalmente en el Valle Nacional y en los campos de cultivo de henequén en Yucatán. La estructura económica y política del Porfiriato determinó que el progreso, en el sentido positivista, no era para todos, por lo que, para Turner, la Revolución era necesaria.

El segundo ejemplo es el periodista Ernest Gruening, quien se dedicó a mostrar a, través de la historiografía, una visión amena del gobierno de Obregón y Calles ante el gobierno de los Estados Unidos. La sociedad de México veía a la Revolución como una razón para fomentar el desorden y el bandolerismo. Gruening fue un periodista liberal quien simpatizaba con la política obrera del gobierno revolucionario y a raíz de esta simpatía conoció a Calles, quien le pidió ayuda para mostrar una imagen positiva de su gobierno ante Estados Unidos. De aquí surgió su versión de la historia de México, no sólo enfocada en la Revolución. Con su obra México y su herencia, Gruening enaltecía el pasado prehispánico y abordaba la historia del país desde la Colonia. Su principal argumento fue que México es producto de su herencia política, por lo que la Revolución sólo es un proceso de continuidad de esa herencia. Tenía una visión de la historia de carácter evolucionista y darwiniano con una concepción lineal del tiempo, dejando detrás la idea del eterno retorno y tendía seriamente a criticar al clero.

Los que están en contra

A la par de la visión positiva y liberal de la Revolución está la visión en contra y conservadora. Este tipo de autores, por lo general, estaban a favor del régimen porfirista y, en ocasiones, fueron miembros del gabinete de Díaz y de Huerta.

El primer ejemplo de este tipo de autor lo encarna Jorge Vera Estañol. Originario de la Ciudad de México, se tituló como abogado y fue Ministro de Instrucción Pública en el gobierno de Victoriano Huerta. Su obra culmen fue Historia de la Revolución mexicana. Orígenes y resultado, escrito en 1967. Sin embargo, como abogado también escribió dos obras con este carácter: Partido evolucionista y Al margen de la Constitución de 1917. Además, desempeñó varios cargos desde el gobierno de Díaz y De la Barra. En su Historia de la Revolución mexicana, Vera Estañol “examina críticamente los orígenes y resultados de la Revolución mexicana desde un punto de vista conservador”. Básicamente, su obra gira en torno al argumento de que las revoluciones destruyen, ya que “barridos los obstáculos y pasado el periodo anormal de turbulencia, el pueblo puede poner en acción sus potencialidades destructivas […], no siendo fuerzas creadoras no pueden levantar el nivel psico-individuo-social”. Para abatir la pobreza, Estañol propone la educación y con ello la construcción de más escuelas.

El segundo de los autores es representado por José María Lozano. Originario de Jalisco, hizo sus estudios en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. En 1902 fue encarcelado por agredir a través del periódico La Protesta a José Ives Limantour, Ministro de Hacienda. Fue conocido por ocupar el Ministerio de Instrucción Pública durante el gobierno de Victoriano Huerta y cuando triunfó la Revolución constitucionalista, se exilió en La Habana. Sin embargo, Lozano no es conocido precisamente por una obra de historiografía, sino por su célebre discurso en contra de Zapata en la cámara de diputados titulado Los indios se han rebelado. Discurso contra Zapata en la Cámara de Diputados de 1911.

//En este discurso Lozano expone la situación vivida en el estado de Morelos a causa del levantamiento campesino y advirtiendo al Congreso de la peligrosidad de la popularidad de Emiliano Zapata.

Los desilusionados

Estos autores pertenecen a una generación no contemporánea de la Revolución; son los que se formaron posteriormente y se influenciaron de su herencia (positiva, negativa o nostálgica). Son autores que se han formado un criterio propio influido por las circunstancias. Hay que recordar que gran parte de ellos se formó durante la Guerra Fría, lo que se ve reflejado en una historia en ocasiones con una visión sumamente izquierdista de la Revolución. Aldolfo Gilly y su Revolución interrumpida son un caso, ya que en esta obra se advierte principalmente que la Revolución fue traicionada e interrumpida, al no cambiar nada. Era una revolución campesina en la que el campesino no quería cambiar. Peleaban su derecho por las tierras comunales que por antigüedad eran suyas. Fue una revolución interrumpida y traicionada porque al llegar al poder, villistas y zapatistas no supieron que hacer con él; quedando en manos de los pequeños burgueses o constitucionalistas.

Otro ejemplo es Jesús Silva Herzog quien fue “un economista que presidió el comité del tema petrolero que condujo a la nacionalización del petróleo en México en el gobierno de Lázaro Cárdenas”. Participó como corresponsal en la Convención de Aguascalientes acompañando al general Eulalio Gutiérrez Ortiz. “En 1928 fue fundador de la Revista Mexicana de Economía y del Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas. Fue miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1945 a 1962. Fue presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística de 1944 a 1946. Fue miembro de la Junta de Gobierno del Fondo de Cultura Económica de 1935 a 1962”. En su ensayo La Revolución mexicana en crisis expone básicamente un panorama general de su actualidad. Menciona las consecuencias sobre las contradicciones del sistema capitalista (totalitarismo y guerra), y que México no había escapado a esta situación, la corrupción del Estado, la inmoralidad en la que habían caído las organizaciones obreras, la pobreza en contraste con la riqueza concentrada en pocas manos, etc. Advierte sobre el gran peligro del imperialismo estadounidense y de la comodidad y despreocupación de la sociedad. Pero nos da una reflexión teñida de un posible remedio: la capacidad del hombre con la ayuda de la experiencia histórica para intuir el paisaje. En este texto, el autor deja ver su tendencia claramente marxista y radical.

Por último, el caso más representativo se encuentra en la figura de Daniel Cosío Villegas, economista, historiador, sociólogo, politólogo y ensayista mexicano. Fundador del Fondo de Cultura Económica y de la Escuela Nacional de Economía, “en 1947 publicó su ensayo La crisis de México, una explicación del fracaso de las promesas de la Revolución mexicana, donde expuso también que México estaba perdiendo su identidad nacional frente al inglés”. Sin embargo, el texto que nos ocupa es el ensayo La Revolución mexicana, entonces y ahora en donde nos da una visión general de la situación en 1910, en donde la división en facciones era muy típica, dando como resultado una fragmentación de líderes. Por un lado, villistas y zapatistas estaban concentrados en resolver lo inmediato, una reforma agraria, dejando de lado la política. A su vez, los constitucionalistas no planteaban una reforma agraria seria, pues estaban enfocados en resolver quien debía dirigir el país. También menciona que la herencia de la Revolución está en crisis porque no existen hombres leales a esta causa. Esto lo achaca a que los revolucionario de 1910 se preocuparon más por destruir el viejo régimen que por vislumbrar un nuevo paisaje.

Consideraciones finales

Como se ha podido observar, la diversidad de visiones surgidas del estudio histórico de la Revolución mexicana está llena de contrastes. Primeramente, surgen las visiones contemporáneas del proceso expuestas por nacionales y extranjeros, en las que converge una concepción liberal que simpatiza con el movimiento; y la conservadora, que está en contra del movimiento. En segundo lugar, surgen las visiones posteriores al proceso que suelen ser más críticas. Debemos tomar en consideración que todas estas concepciones son versiones y posturas sobre el mismo hecho y que son producto del devenir histórico e históricamente determinadas, por lo que no son universales. Cada concepción respondió a un estado histórico, por lo que no valen para todas las revoluciones. Cada visión es válida, está en el historiador actual tomarlas con objetividad, descomponiendo los aciertos y limitaciones. No puede ser igual la visión de individuos divididos por generaciones.

En lo que respecta a mi postura, parte de ella ya la ventilé en las líneas anteriores; creo que la visión del historiador actual debe ser una mezcla o eclecticismo de todas las visiones pretéritas. Es válido decir que se está en contra o a favor; es válido decir que fue una ruptura o continuación, siempre y cuando sea sostenido el argumento. Lo que no es válido es tratar de universalizar lo ocurrido en 1910. Hay que mirar a la Revolución en su singularidad, no en su generalidad. No obstante, creo que las revoluciones, sean para cambiar o no, si no tienen una reivindicación que favorezca a la mayoría, no sirven de nada.