Como fue señalado en la edición anterior, en sus primeros años de vida la UAA tenía pocos profesores de tiempo completo y muchas actividades por realizar, tanto en las áreas de la docencia como en las de investigación. Por ello, la institución orientó sus esfuerzos de manera prioritaria al desarrollo y consolidación de la docencia a nivel de licenciatura, posponiendo el apoyo que hubiera sido deseable para el área de la investigación.

En esa época, la investigación fue una actividad con poco desarrollo y muchos problemas por resolver: formación o contratación de investigadores, elevado número de horas frente a grupo de los profesores, carencia de equipo en los laboratorios, y la necesidad de establecer y desarrollar líneas de investigación. Al respecto, el libro Investigaciones en Proceso-UAA (1980-1981) señala lo siguiente: “Hasta el año de 1977, la UAA no pudo destinar recursos para la investigación; por ello, dicha actividad fue prácticamente inexistente hasta esa fecha. Fue en los años de 1979 y 1980 cuando comenzaron a surgir los primeros proyectos, con una consistencia tal que merecieron el apoyo de instancias externas, en particular de la SEP”.

Para atender uno de estos problemas, la formación de profesores-investigadores a nivel de posgrado de la UAA estableció convenios de colaboración con dependencias del gobierno federal, y con universidades y centros de investigación de nuestro país. De esta manera, en la década de 1980, la Dirección General de Investigación Científica y Superación Académica (DIGICSA) de la SEP otorgó apoyos importantes a esta universidad para que varios de sus profesores realizaran estudios de posgrado y subvencionó el desarrollo de algunos proyectos de investigación. Gracias a estos convenios, así como a los apoyos otorgados por la UAA, se avanzó en la formación o contratación de profesores-investigadores con estudios de maestría y doctorado.      

Respecto a la investigación, a pesar de las carencias de esa época, varios centros académicos comenzaron a desarrollar algunos proyectos, como por ejemplo: Evaluación de especies agrostológicas nativas del estado de Aguascalientes (Centro Agropecuario), Factores de deserción en el sistema de educación para adultos en el estado de Aguascalientes (Centro de Artes y Humanidades), Búsqueda de mezclas de concreto económicas utilizando materiales regionales (Centro Tecnológico) y Seroepidemiología de la enfermedad de Chagas en Aguascalientes (Centro Básico).

// El desarrollo de la investigación, además de generar y aplicar conocimiento, permite obtener recursos económicos para la adquisición de equipo e insumos de laboratorio, programas de cómputo, material bibliográfico actualizado, entre otros.

Esto beneficia también a los estudiantes de licenciatura y posgrado, ya que pueden desarrollar prácticas de laboratorio y tesinas o tesis con la infraestructura suficiente para ello.

Al respecto, y no obstante que un refrán señala que “para pruebas con un botón basta”, cito dos ejemplos: 1) en 1979, la DIGICSA-SEP financió el desarrollo de cuatro proyectos de investigación del Centro Básico otorgando $3’122,711.00 para la compra de equipo de laboratorio, reactivos y material bibliográfico (Convenio SEP-UAA, No. 79-04-255); 2) en 1981, la Comisión Nacional de las Zonas Áridas (CONAZA) apoyó a la UAA con la cantidad de $1’759,761.00 (pesos no devaluados) para que realizara el proyecto de investigación “Caracterización de ecosistemas e investigación agrostológica”.

En este contexto, conviene señalar que en el Plan de Desarrollo de la UAA 1983-1992, el Subprograma 10 (formación de investigadores) estableció que para realizar investigación en las distintas áreas del conocimiento era necesario contar con personal calificado. Para ello, se definieron dos modalidades de formación de investigadores: 1) enviar becarios a universidades y centros de investigación del país; y 2) crear programas especiales de formación para realizarse en la misma institución, con el apoyo de profesores visitantes y en áreas con avances importantes y homogéneos, requeridos para un programa de formación común (UAA-Los Primeros Quince Años).

Ligado a estos propósitos, en el Centro Básico se recibieron visitas periódicas de profesores-investigadores del CINVESTAV-DF, a través del programa “Cursos en Provincia”, que fue financiado por la SEP (1980-1985) y coordinado por una persona eficiente y amiga de esta institución, la señora Betty Ortega. Para concluir, conviene señalar que de 1986 a 1989, la UAA fungió como una de las sedes nacionales para desarrollar el Programa Nacional de Formación de Profesores del Área Biomédica (PRONFOPAB). Este programa fue financiado por la SEP y apoyado por la Sociedad Mexicana de Ciencias Fisiológicas. En el PRONFOPAB, cinco profesores del Centro Básico obtuvieron sus especialidades en las áreas de la Fisiología, Farmacología o Bioquímica; además, el programa auspició la escritura de libros de texto para apoyar la docencia de licenciatura de nuestro país. Es pertinente mencionar que el PRONFOPAB fue promovido con mucho entusiasmo por el doctor Julio Muñoz Martínez. Paradójicamente, durante la escritura de este trabajo, el doctor Muñoz murió en la Ciudad de México el 9 de febrero del año en curso.

Julio, gracias por tu desinteresado apoyo
y el afecto que siempre profesaste a la UAA (RIP).