A pesar de que la ganadería lechera genera un alimento de primera necesidad y tiene gran importancia económica y social, México se ha convertido en el primer importador mundial de leche en polvo (OECD, 2015),² poniendo en riesgo de hacer quebrar económicamente a las empresas lecheras, particularmente a aquellas que por su tamaño pequeño y por su escasa tecnología sólo han tenido la opción de llevar hasta extremos no sustentables el uso de sus recursos naturales, tales como sus fuentes de aprovisionamiento de agua, pastizales, suelos, biodiversidad y capacidad de recuperación del ecosistema ante el cambio climático.

En Aguascalientes, las pequeñas unidades de producción lechera (PUPL), en pequeña escala, explotaciones familiares o de traspatio, constituyen la mayoría (91.2%) de las empresas lecheras; cada uno de estos establos ocupan a menos de 10 personas y poseen menos de 50 vacas en ordeño. Las vacas se mantienen en estabulación libre y producen en conjunto la quinta parte (21.5%) del volumen total de leche en el estado (384 ± 17.5 millones de L), lo que representa 3.5% de la producción lechera nacional (SIAP, 2015).³

Se ha demostrado anteriormente⁴ que en Aguascalientes las PUPL tienen problemas de mala productividad (producción de leche por vaca, por ha de terreno laborable, por jornal laborado o por año, entre otras). Esta mala productividad se refleja en problemas económicos de márgenes de ganancia o rentabilidad económica, así como en las posibilidades de implementar mejoras en la calidad del ganado, de los ingredientes alimenticios y del cuidado de los recursos naturales bajo su cuidado.

Dentro de un estudio realizado en Aguascalientes en 2013,⁵ se observó que sólo en una de cada cinco pequeñas unidades de producción lechera el uso de los recursos agrícolas y pecuarios generaron productos con valor superior al del conjunto de la mano de obra, insumos y tecnología empleados en la generación de los productos lácteos. Por lo que la mayoría de los productores lecheros (80.9%; 76.7-85.3%) obtuvieron ingresos económicos insuficientes para pagar la totalidad de sus egresos operativos, ni recursos para la reinversión o para el cuidado de sus recursos naturales; sin embargo, estos ganaderos manifestaron no tener presente su situación económica deficitaria debido a que omitieron contablemente el valor del trabajo familiar y el de los forrajes que obtenían en sus tierras.

También se identificó una pequeña proporción de PUPL superavitarias que muestran que sí es posible tener ganancias aun con una empresa pequeña y que es posible que las pequeñas explotaciones pueden ser tan eficientes como las grandes. Esto resulta relevante a fin de que los productores no se vean obligados a agotar sus recursos naturales, siempre que se apliquen las estrategias tecnológicas y comerciales pertinentes a las condiciones ecológicas y económicas del entorno donde realizan su actividad.

Las diferencias estadísticas entre las PUPL que ganaban o perdían se asociaron a la cantidad de leche producida por vaca al día, al control de los insumos utilizados para la alimentación del ganado, a la integración del productor a una organización ganadera para la compra de insumos y venta de productos, y al uso de tecnología para el ordeño. También los propietarios de las PUPL que obtuvieron ganancias lograron en promedio una mayor cantidad de años de experiencia en la actividad lechera y una edad mayor.

Inesperadamente, en este estudio no se encontraron diferencias significativas atribuibles a la disponibilidad de agua de riego, tamaño de la superficie agrícola y asistencia técnica.

En este estudio se observó que la mayoría de las PUPL (85.4%) tuvo mano de obra predominante familiar, y solamente en una de cada siete (14.6%) hubo contratación de la mano de obra; lo cual fue atribuido por los productores entrevistados a la baja disponibilidad de mano de obra familiar debido al incremento en la migración rural hacia los EU.

Las PUPL que en el balance económico no perdieron tuvieron un mejor aprovechamiento de los recursos naturales disponibles, así como mejores resultados en los precios de compra de insumos como en los de venta de leche. Todo ello repercutió en aumentar el número de vacas en ordeño, la producción de leche por vaca al día, el número de vacas atendidas por persona, los costos de alimentación, el mejoramiento genético de las vacas y el mejoramiento de la tecnología para el ordeño.

En síntesis, la información presentada muestra que

// se debe reconocer que hay fuertes relaciones entre el cuidado sustentable del ambiente y el equilibrio económico de las empresas agropecuarias,

puesto que el esfuerzo por permanecer en la actividad agropecuaria ha llevado a algunas regiones a cambiar el uso de la tierra. Por ejemplo, en el valle de Aguascalientes en los últimos 50 años se ha cambiado la actividad agropecuaria destinando la mayoría de los terrenos agrícolas (95.4 %) hacia la producción de forrajes como alfalfa, avena y maíz; esta producción forrajera se destina principalmente a la producción lechera. Como la mayor parte de los establos son pequeños y de éstos la mayoría tiene resultados económicos negativos, entonces quiere decir que hay un riesgo inminente de pérdida de la sustentabilidad agropecuaria en la región.

Toda esta información sugiere que es necesario recomendar enfáticamente a los tomadores de decisiones sobre las políticas públicas nacionales y locales, así como a los representantes de las organizaciones ganaderas, que se encaminen esfuerzos decididos hacia el cierre de brechas económicas entre las grandes y pequeñas unidades lecheras mejorando su producción, la preservación de los recursos naturales, así como las fuentes de empleo y las estrategias de intercambio comercial, especialmente evitando el engaño al consumidor con productos que simulan ser elaborados con leche, y se restrinja la importación de leche en polvo a precios por debajo del costo de producción.